(...) la mayoría de la gente parece
hipnotizada. Agarran las palabras que están en el aire y las usan como si
fueran plumeros con los que, en lugar de quitar el polvo, matan el silencio,
tan importante para poder reflexionar, para no hacer daño, y lo llenan de
porquería, el aire, de basura en suspensión. El polvo, las palabras, después de
jugar un rato a la luz del sol, no tardan en volver a caer y lo hace sobre ti,
sobre todos aquellos que te rodean (...) la falta de piedad y de tacto del que
habla de esa forma, la estupidez del que abre la boca sin pararse a razonar,
sin elegir cuidadosamente las palabras, día, tras día y que sin nadie a su
alrededor se asombre. Debes escoger las palabras con las que alimentarte tú
mismo, con las que das de comer a los demás.
Berta Vias Mahou. Los Pozos de la Nieve.
Berta Vias Mahou. Los Pozos de la Nieve.
Me encuentro con estas palabras de Berta Vias
en uno de mis cuadernos. Me gusta repasarlos de vez en cuando, jugar a mover por
ellos el dedo índice por encima de las líneas musitando en voz baja la lectura
para fijar mejor las palabras. El aprendizaje de las primeros textos infantiles
que contemplo ahora en L, cinco años, y la sorpresa de que las palabras vayan
tomando conciencia en el cerebro a medida que su boca las pronuncia. Puedo ver
esa llave en él, de verdad la veo, la fascinación del prodigio que dentro de
un tiempo, por repetición y costumbre, dejará de ser tal. Me apena esa pérdida.
Estas palabras de Berta Vias me llevan al
último libro que leí de ella, Una vida prestada, la recreación de la existencia de
una fotógrafa misteriosa, Vivian Maier. Tal vez me interese eso, la recreación
más que la forma en la que la escritora recrea. Disfruté el libro aunque he de
reconocer que a veces le faltara un poco de pulso, de tensión narrativa. Pero
la historia de Vivian Maier como artista anónima me arrastra, la representación
de esos artistas que mueren sin que su genialidad tenga importancia ni siquiera
para ellos mismos, de una sensibilidad que no es la adecuada al tiempo que les
toca vivir ni lo pretendan. No sé qué parte de que Vivian sea una mujer que no
trata de venderse a sí misma influya en su historia o la pulsión que la empuja
a fotografiar niños, su entorno y los seres desvalidos que la rodean, que a poco
que te fijes en ellos son tantos y siempre los mismos. Cómo saber de alguien cuyo
legado son cientos de fotografías pero nada más. Qué quería contarse, qué quería contarnos.
Y yo aquí, como siempre, con mi propia pulsión
a cuestas. La misma desde aquellos primeros textos de mi infancia. Esa llave y un cuéntame más, por favor.
4 comentarios:
Ay... siempre me llegas eh... no sé cómo la haces pero al final siempre pienso: esta mujer tiene magia...
Vale, vale, que te engordas.
Muackkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkk
Abadacadabraaaaaaaaaaaa, ves? la tengo, jeje.
Eres más riquiño... Toro muá
Pues no es por repetir lo que dice Toro, pero coincido totalmente con él. Me gusta leerte y el gusto que me queda al hacerlo. Lo que dices, como lo dices.... ea, a engordar un poquito más jajajaja.
Un beso grande, Marga.
Para magia la tuya, preciosa, mira que traerme el mar a este secarral donde vivo... ufff
Besossssssssss
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