domingo, 30 de julio de 2023

En vacaciones se desbarra mejor

 En uno de mis paseos matutinos, me cruzo con dos niñas, doce y catorce años, quizás, no más. Escucho a la más mayor cuando llegan a mi altura: “y así, en verdad, eso me tranquilizó”, mientras la otra asiente con seriedad. Me quedo intrigada, en qué contexto se produce esa conversación, qué puede provocar que dos niñas utilicen expresiones tan adultas. A veces qué ganas de sumarse a conversaciones ajenas, porque sí, por el placer de escuchar.

En estos días, observo en la piscina a una mujer de algo más de 60 años con su hijo discapacitado, inválido y con algún rasgo autista, estaría por asegurar. Pasa las vacaciones sola, aunque de vez en cuando mantiene conversaciones con otras mujeres alemanas que han debido llegar en el mismo viaje organizado. Esa escena se repite en muchas ocasiones, mujeres mayores, solas, con hijos ya adultos y discapacitados. No me vengan con idioteces, señores, que nadie me hable de lo que hemos conseguido o lo que queda por conseguir. El día que pueda contemplar  de forma habitual hombres solos con sus hijos dependientes y adultos, pensaré que algo ya sí que está conseguido. No digo que nos los haya, digo que yo no los he visto aún. Nunca hasta ahora. Hasta entonces, no creo que tengan mucho qué decirnos. Qué derecho o qué razones.

Estamos rodeados de franceses y monitores saltarines y ruidosos ocupados en entretenerlos a cada rato. Están locos estos galos. Y esa tendencia a ponerse todos de acuerdo, gregarios aún en la diversión y en sus vacaciones. Lo que nos da las claves para llegar a entender el triunfo de la Revolución Francesa (Jorge dixit.)

En apenas cinco días termino el libro de Herederás la tierra de Jane Smiley editado en Sexto Piso, a pesar de sus casi 5oo páginas. Me absorbe la narración de la protagonista, como va creciendo la historia, desarrollándose a medida que ella va siendo consciente de quienes y qué le rodea o qué le rodeó toda la vida. Ojos cerrados hasta que ya no es posible y se impone abrirlos de par en par.  Y actuar en consecuencia. Una novela sólida y fantástica. El último párrafo deja la huella de todo lo leído y estremece.

Estoy deslibrada, dícese de la sensación de vacío que nos deja un buen libro y la necesidad de otro que iguale la adicción del anterior, pero siendo consciente de que no podemos esperarlo en un buen periodo de tiempo. De vuelta a casa retomo El contorno del abismo, Vida y leyenda de Leopoldo María Panero de J. Benito Fernández. Me lo regalé el día de mi cumpleaños sospechando que nadie lo haría. Un tipo como las maracas de Machín pero uno de los mejores poetas de este país, para algunos, entre los que me encuentro. Extraño resultará asegurar que partiendo de la locura se puede alcanzar la lucidez. No intentaré convencer a nadie. En cualquier caso, crónica de un tiempo literario, España desde los años 60, que puede resultar apasionante y ofrecer muchas claves para este presente descabalado. Ahí voy con usted, señor Panero, poeta maldito y sufriente. Da risa el panorama de la poesía actual y mejor no lo comparo, tan inanes y pueriles estos cachorros de la poesía internauta. Vivir para ver. O leer. No, mejor no. Qué despropósito poético estos tiempos.

En fin, si solo fuera el poético.

 


 

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