domingo, 12 de febrero de 2023

A ratos 2023

Muere Saura, teniendo ahí su última película-documental-juego-gozoso, para estrenar. Aun no la he visto y espero que, al hacerlo, rompa la racha de películas aburridas o de sí pero no, que llevamos desde el inicio del año.

Tampoco llevo libros sorprendentes, también de sí, pero casi no, si exceptuamos el descubrimiento de Vidgis Hjorth, escritora noruega que retrata la familia y sus conflictos de una forma que me convence, por muy fría que resulte, casi gélida, su escritura. Siempre las familias como hueso difícil de roer y aun así pasar horas entretenidos con ellas con la intención de llegar al tuétano, aunque no haya, ni habrá,  forma.

Antes de ayer vamos al teatro. Gracias, señor Eduard Fernández, gracias. Admiro a aquellos que convierten el dolor, el pesar, su duelo, en belleza, y son capaces de contarlo con facilidad. De nuevo la familia, esta vez en la figura de la madre, hueso, carne y soledad, Y podría ser la mía, puedo imaginar a mi madre desde esa orilla de edad, que nunca alcanzó, y ser esas sus ensoñaciones con otras imágenes reflejadas en una falsa pared, y otros hijos. No sé si hago bien en imaginar también esa herida abierta de los hijos, nunca justificaría mi decisión de no tenerlos -no he creído tener que justificarlo nunca, ¿a quién y para quién? Con qué derecho me lo pueden pedir- pero cuando observo el abandono o el sentirse orillada por ellos, los hijos, esa ley de vida que más pareciera de selva y quizás lo sea, no puedo evitar sentir que hice bien en ignorar el imperativo biológico. No estoy segura de haber tenido fuerzas para aceptarlo y el resentimiento sin poder dirigirlo hacia ellos, por amor y sólo amor. Una contradicción que romperá por dentro. O no, nunca lo sabré.

Termino ayer el libro de Milena Busquets, Las palabras justas. Es el segundo que leo de ella y tras su lectura la misma sensación de no saber si estoy ante un libro o unas páginas sin línea de flotación. Una escritora - ¿de verdad lo es? Y no saber que responder me trastoca- a quien el peso de su frivolidad puede convertir en una caricatura de sí misma y el empeño de ser escritora quedar en eso, un empeño. Un ser alado y privilegiado ¿es esto lo que piensa y siente alguien a quien nunca le pasó nada relevante y el envés de la vida no le alcanzó? -¿podría ser mi resentimiento de clase, de vida, de ser yo y no ella, intocable-  quién dicte esta crítica?- Me pone de los nervios, literalmente, cuando habla de zapatos, elegancia, la belleza estética- y estática- de su entorno, la suya propia, la de sus hijos y novios.  Me convence cuando sus pensamientos se pierden en las mismas extravagancias y dudas que las del resto, y sabe expresarlo. Tiene gracejo y la suficiente cara dura para parecer mi semejante, o el tuyo, al perderse en sus reflexiones. Con honestidad o a lo mejor sólo sea el descaro de quien se cree con derecho, el del del malcriado (o biencriado, según quién mire). A ratos me recuerda a la biografía de la Ocampo, otra desconsiderada vital, la indiferencia hacia el semejante que no lo es ni lo será nunca. Y para dejar de discutir conmigo misma, concluyo que mejor me quedo con los diarios de Iñaki Uriarte. Igual de desparpajo pero más entrañable y consciente de su suerte y me parece que muestra de mejor forma el aprovechamiento de sus lecturas y cultura. Estos sí os los recomiendo sin fisuras. Este de Busquets,  pues de momento no.

Calvin y Hobbes, me lo regala Jorge con un te va a encantar. El Salinger de las tiras -su renuncia a la millonada y para qué si ya puedo pintar mis oleos allá en Ohio y el resto me da igual- ou yeah. Esa es la elegancia a la que aspiro yo, sin talento, claro, pero de tenerlo, así me gustaría. ¿Cómo no lo he conocido antes? desayunando hoy a carcajada limpia y buscando la mirada de complicidad y reconocimiento. Todo funciona si hay descubrimientos así y a dos la necesidad, imperiosa - ¿Quién lo entendería de no ser tú? - de compartirlo.

Siento el andar un poco vencido, el de los últimos meses sigue acompañándome, pero leyendo esto... ¿no va tan mal, no, Marga? Deja de ejercer de drama queen, por favor.

 


Imagen de Lucas Foglia

 

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