Y no, no era esto, el entusiasmo con el que comienzo las primeras páginas se va apagando, ¿culpa del individuo-personaje que es Silvina? ¿culpa de la escritora que no consigue atraparla mientras intenta narrarlo? Comentarios de aquí y allá, de gentes que la conocieron, párrafos de libros y entrevistas donde aparece o se la menciona, piezas que nunca forman un todo. La particularidad de Silvina parece ser la sombra, buscada por ella misma según afirman, ¿o un ser insustancial? Confundir lo oculto con la carencia, a veces. Representante de la oligarquía y no sólo de letras, nunca pareció enterarse muy bien de lo que le rodeaba o más bien, parece, que le importaba poco, nada. Se me desvela como un esbozo sin ninguna carga de profundidad. Y sí, tendría que leer sus relatos, pero ahora no me apetece mucho, nada, la verdad.
Soy lectora y este hecho me convierte en arrogante y arbitraria con mis lecturas.
Pobre Silvina.
Silvina Ocampo odiaba ser fotografiada
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