lunes, 15 de agosto de 2022

Desbarres veraniegos (y otro)


 Comienzo La hermana menor. Un retrato de Silvina Ocampo de Mariana Enríquez. Admiro a Enríquez como escritora pero no soy capaz de leer sus relatos. No me gusta el género de terror, la sugestión se adueña de mí y no lo disfruto, sufro, mucho. Y ella, además, maneja un terror que me espanta, atroz para mí: el que deriva de lo cotidiano y reconocible.

Inciso: Con 17 años comencé a leer el informe Nunca más. “La Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP) fue creada por el Gobierno argentino en 1983 con el objetivo de aclarar e investigar la desaparición forzada de personas producidas durante la dictadura militar en Argentina, dando origen al Informe "Nunca Más", también conocido como "Informe Sábato", publicado en septiembre de 1984”. 

Eran otros tiempos, unos donde tu hermano mayor podía darte a leer a leer el Informe pensando que era importante que supieras que ESO había existido y que formaba parte del mundo en que te ibas situando. Un tiempo donde tu inocencia no era más relevante que los hechos que reflejaban el espanto de algunas situaciones. Uno, donde la sobreprotección no existía, donde las adaptaciones de los textos eran impensables porque qué sentido tenían en un mundo donde sucedía ESO, lo inadaptable. Y no es que ahora hayan dejado de suceder, hechos espeluznantes, digo, sólo que a fuerza de adaptar textos y relatos hasta los adultos obviamos las pesadillas con facilidad.

Muchos años después, leería, como contaba, el primer libro de relatos publicado de Enríquez y me costaba avanzar, por el espanto, ya dije, yo tan temerosa, y en uno de ellos me detengo, no soy capaz de continuar. Es un relato en el que unos desaparecidos de la dictadura argentina toman la palabra y hasta aquí, ya no puedo, ya no debo.                   

Pero me quedaré con las ganas de más Enríquez, la densidad y peso de su escritura. Y encuentro este libro y Silvina Ocampo en la voz de la escritora y ahí vamos, contigo, vosotras, de la mano.

-Ya en el comienzo del libro, Silvina habla de ser el etcétera dentro de una familia y las ventajas que puede tener. Pienso que yo, la quinta de una familia de seis, tras siete años sin hermanos, y Santi, el sexto, somos eso, los etcéteras de la familia. Y como Silvina, creo que tiene sus ventajas, muchas ventajas: eres secreta y nadie se ocupa en exceso de ti, ya todos son mayores. Cada cual te ofrece lo que cree que necesitas, pero sin insistencia, sin mucha autoridad ni convicción, solo por amor y un poco anárquico el deber.

-Disfruto el libro, Enríquez escribe con su pericia de siempre, pero sin aterrarme, todo lo contrario, me conduce entre escritores, otros tiempos, otro continente, el misterio de lo imaginado. El chisme de los grandes, también, soy consciente. Esas vidas que no sólo son de otra geografía y otro tiempo, sino que parecen de un mundo inexistente desde este siglo XXI. Excalibur de todas las letras para mí: más mística que realidad pero quiero creer y creo.

-Es difícil hablar de Silvina porque una cuenta las anécdotas y parece una tarada, (pg. 138). Y me pregunto en qué momento decidimos que ninguno pareciéramos serlo cuando todos lo somos. Y lo agotador que eso significa, hacer “como si no”, “mira, mundo, que funcional soy”.

-Sé que me esperan páginas siniestras, cómo no, se trata de una élite económica e intelectual, pero sé que entre el rechazo y la admiración el viaje, al leer qué fue y quienes fueron, no me dejará indiferente.

-Pero quién no vacilaría en su voz, quién no vacilaría en su vida. Seas quien seas. Incluso las Ocampo y su entorno.

Apuntes para mañana.- Jorge y los pájaros en Colombia, feliz y puede buscarlos con su mirada. Raquel y su crisis, superándola, y qué bien, duraba demasiado. En fin, un verano calmo y en su sitio todo desde mí. Sin extravíos. Si no fuera por el mundo… pero.

 


 (Imagen de Tim Walker)

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