jueves, 6 de enero de 2022

Y este comienzo

 Termino el año con los Mandarines de Gregorio Morán. En concreto, y estos días, con el capítulo de Max Aub, creo que de los más amargos que pueda leer sobre nuestra cultura e historia durante el franquismo, los ideales rotos y derrotados, y lo que pudo ser y no fue, si es que pudo ser alguna vez, que no lo tengo muy claro desde la perspectiva que dan los años transcurridos, los de la historia y los propios.  Aunque unos y otros podrían estar equivocados, soy consciente. También viendo el documental, conmovida, sobre Joan Didion, -no precisamente la alegría de la huerta, de nuevo- por la lucidez e inteligencia que caracteriza a la escritora y ese final con El año del pensamiento mágico, el libro y sus duelos, el desamparo vital. Ay de los duelos en estas fechas donde todo parecería ayer y no hoy- y los muertitos tan presentes, aunque no estén y ya no duelan, no igual que entonces, no por asomo y menos mal, pero ahí van, sin carne ni hueso, caminando a tu lado, por muy sin sentido que parezca su presencia, incluso para aquellos en los que la vida ultraterrena no entre en sus cálculos. Y mientras, otra presencia, la de Darwin, paseándose por el teclado, convertido en un gatazo adulto, con su cabeza grande y redonda – quiero un gato redondo, le dije a Jorge- y observa mi escritura, calmando el entorno, una cualidad no estudiada aún por etólogos varios, con ese gesto tan suyo de señorón displicente. Y pensar que las navidades han sido rocambolescas, como pollo sin cabeza, sigo insistiendo, así nos comportamos en los últimos dos años, a tontas y locas sin saber a qué carta quedarnos, a la fuga el entendimiento. Y Jorge y yo brindando frente al mar en las primeras horas del día 1. No es que resuelva nada pero alivia, el ruido de las olas y las mareas.

Un final y comienzo de año que es el que toca. Este.

Y como propósito -de tenerlo que no estoy segura- escribir mi libro, quererlos bien, a ellos, y centrarnos, todos. De una vez por todas.

 


 

De Correo literario de Wislawa Szymborska. Nórdica libros.

En sus textos hay algo: cierta imaginación, cierta burla, cierto sentido del absurdo (¡muy de moda!) pero habría que reescribir cada relato, como mínimo, unas cinco veces todavía. Le recuerdo de paso, que Chejov reescribía sus textos siete veces, y que Thomas Mann hacía cinco correcciones (entretanto se inventó la máquina de escribir).

1 comentario:

Carmela dijo...

Hola Marga, aunque ando algo alejada del blog, hoy he querido asomarme y te he visto :))
Aprovecho para desearte un año amable y con hermosos sueños y como no repletito de libros.
Espero que Jorge esté totalmente recuperado y que tú estés bien.

Beso grande, muy grande.