domingo, 24 de octubre de 2021

Una y otra vez


5 horas. Calculadas. 5 horas al día las que puedes dedicarte a ti. 5 horas para realizar las tareas que requieren piloto automático, cocinar, lavadoras, comprar, colocar, apañar, organizar, airear. 5 horas de hablar con J y contarnos el día, los aciertos, los agravios, despotricar contra, nunca a favor, del mundo. 5 horas para hablar, saber de las mujeres de mi vida, cada día un rato y una de ellas, 5 horas para saber de las otras. 5 horas para escribir a I o a L. Para pensar en el libro que deseo, necesito, escribir. 5 horas para leer, leer, leer, para apuntar pensamientos, levantar la vista de lo leído y mirar, contemplar, parar, reflexionar, contármelo. 5 horas para adormecerme con la serie o la película que toque. 5 horas para fisio, psicólogo, pilates y las tareas que cada cual pide, solicita, las que se suponen que mantendrán mi salud física y mental. 5 horas para atender a los gatos. 5 horas para no hacer nada, mirar paredes, divagar, cantar el último disco - disco, ¿qué era eso?- o bailar desfogando. 5 horas para depilarme, cortar uñas, serum, lágrimas artificiales, hidratantes y corticoides en la planta de los pies. 5 horas para contestar correos, echar una a mano a L con su empresa, colaborar en la asociación del SAT. Ocuparme, en fin, de otros mundos y mi presencia en ellos. 5 horas para no olvidar que no sólo soy yo pero sin olvidar que yo también estoy y soy.

No sé al resto, pero a mí ni por asomo me salen las cuentas. 5 horas para ser consciente de que a ninguno nos bastan. Y que esto no era. Esto no es.

5 horas, de un párrafo de Belén Gopegui, Existiríamos el mar. Editorial Random House. No todo son aciertos en el libro, más de una decepción y lectura diagonal, señal de que me sobran palabras y páginas. Pero también capaz de provocarme más de una pregunta. El deseo de escapar y reinventar el mundo.

 


Imagen de Eamon Doyle


No hay comentarios: