Llevo tiempo buscando un adjetivo que defina este año, que pudiera contener las sensaciones colectivas vividas durante los últimos meses pero también las propias, las de mi piel y pensamiento, y esto está resultando mucho más complicado. Leí no sé dónde del año atribulado y no terminó de disgustarme. A veces, mascullando conmigo misma, me refiero a él como el año del Nautilus, desde el momento que armamos el camarote en una esquina del salón y bla, bla, bla, con aquella esperanza, inútil, de crear un refugio a varios metros bajo el nivel del mar y ojalá de un Verne y un capitán Nemo. El caso es que todo debería tener vocación de coordenadas geográficas y no es así, nunca lo fue y no es nada nuevo, soy consciente, pero ese convencimiento no evita la necesidad, la imperiosa e infantil necesidad. Y me da por imaginar que este tiempo ha dibujado tras cada acto o palabra cotidiana un borde no definido, una estela rota y quebradiza. La frágil capa de un lago helado le cuento a I., escurridizo y en el que siempre acechan la posibilidad de la caída y la rotura de su superficie. Sumergiéndote en el agua helada, la intemperie del frío extremo y quién sabe si en la propia muerte.
Y este es el runrún que ha acechado cada día de mis vacaciones, lo he sentido agazapado, como una amenaza inminente a la que no deseo prestar demasiada atención y que sin embargo transita por debajo de nuestros pies con la fuerza susurrante de un pequeño manantial, contenido antes del deshielo. De nuevo el hielo y su superficie cristalina, brillante y bella pero que no por ello consigue ignorar la naturaleza amenazante que es su existencia.
El resto fue románico, curacurasanita, ríos, lagos, morrenas, pájaros y cantos y demás accidentes naturales. Cansancios y pruebas de J -hasta aquí llego, aquí me paro, ahí respiro y llegamos. Paciencia le digo, nos decimos.
Y en ocasiones nos miramos guardando momentos como la ardilla que atesora frutos secos para el largo invierno. Lograr que no se nos olvide su localización.
4 comentarios:
Esa imagen del lago helado y el caminar sobre su superficie frágil, me parece una imagen muy real del tiempo que estamos viviendo, Marga.
espero que poco a poco ese hasta aquí llego, sea cada vez más largo y tranquilo, y espero que la mejoría se note cada día.
Como bien dices paciencia, y sobretodo que no decaiga el ánimo.
Un beso muy grande!!
Hola Carmela color! Ahi vamos e iremos poco a poco, y el ánimo con nosotros...
Voy a verte.
Beso!
Ya nos han matado.
Aunque faltan años para la lápida o la urna... es que van muy lentos.
Besos.
Jajajaja no te diré que no...
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