lunes, 12 de octubre de 2020

Pájaros exhaustos

Al mismo tiempo que ansiamos explorarlo y comprenderlo todo, necesitamos que todo sea misterioso e insondable.

Henry David Thoreau

Así llegarán algunas especies de aves a nuestras costas durante estos meses. En un viaje que sólo podrá calificarse de gesta increíble, partiendo del Norte de Europa, ¡algunos de ellos volarán desde Alaska! recorrerán miles de kilómetros en un viaje migratorio, destino: los días cálidos de África. Muchos de ellos no tendrán un tamaño mayor que mi puño, sólo imaginar el sobreesfuerzo de sus pequeños y palpitantes cuerpos me agota y llena de admiración. La costa gallega se convertirá en un camino intermedio, uno de sus puntos de descanso y no será extraño observarlos parados durante horas en cualquier playa, cogiendo fuerzas para continuar su viaje, en calma, varados y con el único objetivo de continuar.

Hace sólo unos días, poco antes del confinamiento de nuestra Comunidad, allí estábamos nosotros, contemplándolos, sintiéndonos un poco como ellos y compartiendo en cierta forma objetivo, coger fuerzas para este desolado otoño e invierno que nos espera. Al menos esa era la idea que rondaba mi cabeza, respirar, mirarlos y aprender de su ejemplo impregnándome de esa extraña fuerza que emana de la propia naturaleza de cualquier especie, la misma que nos lleva a vivir sin más. El entusiasmo que pongamos en ello ya es cosa nuestra y supongo que cualquier ave nos miraría con extrañeza y un algo de compasión por el simple hecho de planteárnoslo.

Y allí estábamos los dos, J y yo, recién estrenado nuestro nuevo estado por obra y gracia de ese mismo, el Estado, que tuvo a bien bendecir nuestra unión, como si antes no hubiera estado bendecida por nosotros mismos que al fin y al cabo éramos los únicos que deberíamos opinar al respecto, pero así son las exigencias del ordenamiento administrativo y bien está si con ello obtenemos 15 días extras no laborables y el privilegio de poder escapar y habitar una realidad alternativa donde sólo existiéramos los dos, el mar y unos pájaros exhaustos.

Os recomiendo contemplar la desembocadura del Miño en el Atlántico. La naturalidad y el sosiego con el que el río llega al mar me colmó de una sensación que creo que aún perdura en mi ánimo.  Nada que ver con el misticismo de armar y montar que caracteriza nuestros tiempos, no os preocupéis por mi salud mental, creo que es simple y llanamente la belleza y el poder de lo que está y es, sin afeites ni esfuerzo.

Grábate de horizonte, el ser humano se puso de pie para ver lejos, J dixit. Y eso hice.

 


Mi pequeño homenaje al último premio Nobel. Me hace ilusión conocerla, me hace ilusión que se trate de unas de mis poetas preferidas.

Los poemas no perduran como objetos, sino como presencias. Cuando lees algo que merece recordarse, liberas una voz humana: devuelves al mundo un espíritu compañero.

Yo leo poemas para escuchar esa voz. Escribo para hablar a aquellos a quienes he escuchado.

Louis Glück. Premio Nobel 2020, año atribulado.

 

 

3 comentarios:

Mac dijo...

Me encantan tus reflexiones amiga.Conozco y a menudo añoro esa paz de la que hablas.Tenemos que grabarnos de horizonte a menudo, todo lo posible.Besos

Carmela dijo...

Disfruta de esos 15 días no laborables :))
Y si, grabemos horizontes. Siempre.
Me gustó mucho leerte hoy.

Un beso muy grande

Marga dijo...

Hola, Mac de mis entretelas. Qué te voy a contar... jeje. Un besote

Carmela, gracias, preciosa. Un beso de ida!!

Marga