martes, 15 de octubre de 2019

De dobles y reinos


Aspiro a estar en mí como en mi ropa vieja, con la comodidad que da el capricho y la satisfacción de mi abandono. Carlos Marzal de Poemas del Alma.

Si cuento es más por recordar (me) que por permanecer, me sucede que la posteridad me parece tan fuera de lugar como pudiera serlo una señorona de perlas y abrigo de astracán en mitad de mi salón. Y no aspiro a su reconocimiento. Mejor no hacer arqueología de mi pensamiento, la verdad, si ni siquiera yo me contengo y hoy procedo de aquí y mañana será de allá. Pero me gusta el ejercicio de releerme, puro narcisismo lo sé pero no se tratará de la única razón, creo, sino la de reencontrarme con alguien que soy yo misma y quién lo diría. Ser la misma leyéndose distinta ya me parece un prodigio y viene a confirmar aquello que siempre pensé: no hay nada en nosotros que permanezca demasiado tiempo o no tanto como para no sorprendernos. O no desconocernos.

  • Encantada de (re) conocerla.
  • Un placer.
  • Lo mismo digo.
Ha sido un fin de semana regio y perverso, debido a Ricardo III y su historia. Primero la obra de teatro en el Pavón que adaptando la obra original a nuestro tiempo -ahí está la gracia de un clásico, la pervivencia-  no decepciona y te lleva de la mano de un personaje tan contrahecho en sus intenciones como lo es su cuerpo. Ricardo tal vez tenga razón al asegurar que no es él el enfermo, sino el mecanismo del mundo, ese mismo mundo que machaca con la necesidad de ejercer el poder en todo momento como reconocimiento y justificación de nuestra existencia. Pero Ricardo va más allá,  moldea el poder, lo persigue y juega con él hasta ser devorado. Hay algo de alimaña en ese comportamiento, de voracidad masticando huesos y principios, algo del juego loco y sin consecuencias de un niño, también.
Y aprovechando vimos la película que teníamos pendiente Looking for Richard, dirigida por Al Pacino hace ya algunos años y en la que actor, en este caso director, habla de la obra de Shakespeare, historia de un pasión. Fue un acierto verla justo unos días después, dando forma a algunas ideas y tramas que se me escaparon durante la obra. 
El problema es que el lunes todo fue un ver señores contrahechos, Ricardos III aquí y allá… Nuestros tiempos muy dados al poder ejercitado con poca cabeza, sin calibrar la consecuencias de un mañana.

De ahí que lleve horas vociferando: ¡mi Reino por un caballo, pardiez! Y escapar un rato.





3 comentarios:

JLO dijo...

recuerdo esa peli de Al Pacino aunque no se si la disfruté tanto... quizá si... saludos...

Marga dijo...

Jlo, tampoco creo que la disfrutara tanto, me vino bien para situar lo visto en el teatro. Fuera del tema de Ricardo III no creo que la película sea tan interesante...

Un saludo!

TORO SALVAJE dijo...

Pardiez, estás viva!!!

Voto a Bríos!!!