miércoles, 31 de enero de 2024

Querido eco

Aquí seguimos, con semanas intensas desde que el mes de enero se acomodó del todo,  y con empeño, en nuestros quehaceres, y llegaron las operaciones canceladas por catarros invernales, la de la vista de Jorge que vuelve a enfurruñarse porque lo único que busca es ver en condiciones y parece que no hay forma, qué ganas de volver a exposiciones, a las salas en versión original, a los pájaros en modo larga distancia sin ayuda de su otra vista, la de la cámara fotográfica, y sin pausa, a continuación, el ingreso de la cachorro más pequeña, Paulina, con una bacteria poco frecuente, pero puñetera e insidiosa que se ha alojado entre dos de sus vértebras cerca del coxis, lo suficiente para darnos un susto y convertir nuestros días en video va, video viene y tontunas varias por hacer más llevadero el encierro a los padres novatos, más asustados que el resto, aunque al final fuera menos preocupante de lo esperado y hoy llegara el alta, sonrientes los tres y signo de victoria sobre la maldita invasora, sin dolor hoy, y cómo me rompe imaginar ese dolor en su pequeño cuerpo, sin comprensión para entender qué está sucediendo, a casa la de ojos grandes y sonrisa beluga, precioso es este bebé, les dicen por la calle, aunque a veces se equivoquen de género porque no lleva pendientes y en ocasiones de azul, sin canesú, eso sí, estos padres jovenzuelos, raritos son, consecuentes y ojalá puedan seguir siéndolo, tan gris y adocenado se me antoja el mundo que les rodea, y una revisión médica anual, la mía, que no sale del todo bien, pero tampoco mal, arterias endurecidas tienen la culpa, es lo que tienen los venenos, muy mala leche y la costumbre de no desaparecer sin antídoto y que yo sepa nunca lo hubo, ¿verdad? le he dicho a más de un galeno que me ha mirado con desconfianza, qué fauna sanitaria me he encontrado a los largo de estos años, madremía, y me está quedando muy orgánico todo esto y no era mi intención, pero a veces los días son así, contumaces, encabezonados en que todo parezca girar en torno a lo mismo.

Y eso, los días, otra vez instalados en las prisas y esa sensación de asfixia, corre, conejo, corre, no llegues tarde, y leo que acumular tarea tras tarea, y ahora otra, nos impide percibir de manera ordenada lo que nos ocurre y ese frenesí alimenta la sensación de prisa que a su vez generó la prisa y. Ya, no conviene asustarse ni dejarse llevar por la torrentera si no fuera por ese bocado en el pecho  que me recuerda aquello que no hago y que es realmente, de verdad, de verdad de la buena, lo que haría de mi vida un lugar menos tribulado.

También leo unas cuantas referencias a Cicerón, cuatro o cinco veces en esta última semana y tal vez sea la circularidad de los medios que consulto, retroalimentándose a sí mismos, y a mí, y sin darme cuenta me viene a la cabeza también Cicerón, y a esa misma cabeza llega en el mismo momento el romano en voz y presencia de José María Pou, hace unos años, allá en el escenario sobre nosotros estaba y ya no puedo imaginarle con otros ojos que con aquellos y será por siempre él, Pou, con su voz y altura, el orador romano de mal final y escarnio para futuros moralistas, fracaso de político, Marco Tulio. El mismo Pou que estará en unas semanas sobre otro escenario en El padre, que vimos ya en película con Anthony Hopkins, aterrorizado y embrollado en su realidad, presa de una demencia senil, tengo curiosidad por ver cómo resuelven la puesta en escena del desorden mental que acababas haciendo tuyo y asustaba.

El primer libro que terminé este año: el de Margaret Atwood, Ojo de gato. No termina decepcionando como ya imaginé y adelanté. Más que recomendable.

La primera película: Fallen Leaves de Kaurismaki. Nunca me atrevería a recomendarle a nadie el cine de este finlandés. Yo le tengo especial cariño, otro de los directores sanita sanita culito de rana con los que Jorge intentaba curar mis duelos. Y funcionaba.

Y en casa, durante unos días, contagiados, nos comunicaremos con la aspereza de sus personajes y algún que otro alzamiento de ceja. Pocas palabras y ese extraño tacto del amor retraído. Y también funciona.




2 comentarios:

Carmela dijo...

Me alegra, lo primero que lo de Paulina ya esté superado. A ver si Jorge, por fin, llega a ver como quiere, y vos, mi querida Marga, relàjate y respira profundo, mas profundo. Siempre me encanta leerte, aunque a veces, termine respirando tan rápido como tú, jajajaja
Un besazo, preciosa.

Marga dijo...

Jajajaja, hola mi querida Carmela, ¡qué bueno verte por esta orilla!
Y sí, esa era la idea, a veces escribo como voy, como una loca, para qué engañarnos, y deprisa, deprisa. Y se me olvida que leerme debe producir la misma sensación jeje.
Un besote enorme.