domingo, 12 de junio de 2022

Y no es Feria

La Feria del libro en esta casa, la nuestra, que no es un reino ni tiene mayor enjundia que un trocito de ladrillo y hormigón, es sagrada, o todo lo sagrado que puede ser para un par de ateos irredentos gracias al ser de la ciencia y al convencimiento de qué sentido tendría pensar de otra forma.

Pero no entremos en mayores, la Feria del Libro es una tradición entre nosotros y ya. No hay más que justificar. Sin concretar, podemos asegurar que forma parte de nuestra historia y cada historia de a dos crece como puede acertar y quiere.

Todo está preparado en este momento. Después de dos años de descabales y pandemias, planificamos hasta el delirio, que nada quede a la improvisación. Jorge tiene festivo en su empresa y yo peleo por un día de asuntos propios. Y ahí está, todo orquestado y perfecto. Tengo una lista de libros, Jorge no, él es más de buscar y dar en el clavo y hasta eso forma parte del plan, también se caminará dejándose llevar por el capricho y las ganas. Pero un desprendimiento de retina dará con todo al traste, ese mismo lunes planeado como dos locos estrategas ya no es Feria y si Hospital. Trajín, ocupación, preocupación, y la peor parte, la de Jorge, sin poder mirar ni levantar la vista. Parece una tontería, pero es un postoperatorio fastidioso y agotador de 15 días. Cabizbajo él, una hormiga laboriosa yo.

Me siento en la obligación de ser el invidente que le ha tocado ser, así que comparto reposo visual: ninguna pantalla durante quince días en el tiempo compartido. Nuestras tardes y noches transcurren en una armoniosa oralidad, libros, audios y charlas se suceden tratando de paliar la pesadez de la postura y la desacostumbre de no poder mirar. Poco a poco nos hacemos a la situación y hasta terminamos hablando en susurros. Bastaba con fijarse en los detalles y dejar que la paciencia se sentara entre los dos. Y que cuente ella también.

 

 
 
Me fascina la voz de Víctor Clavijo leyendo a Zweig, de su tono y pausas, de esa voz e historias llenando nuestro salón.

Un acierto: Posesión de Antonia S. Byatt. Me atrapan sus páginas, entusiasmada por la historia, los personajes, los saltos y las referencias históricas -hacia mucho que no leía con el móvil al lado para armar el puzzle de personalidades y situarme en la época- los poemas y las cartas que inician muchos de los capítulos. Leo reseñas que lo tachan de libro difícil pero no puedo compartir esa opinión, para mí ha sido todo lo contrario, una lectura deliciosa y grata. Y ahora buscaré la película basada en el libro, que he leído que existe.

Un tropiezo: Vivir no es tan divertido y envejecer es un coñazo de Óscar Tusquets. Me aburre y sólo algunas páginas del final -me empeño en terminarlo por ver si remonta y porque es un texto breve- consiguen mi atención. Más que nada porque coincido en algunas de sus reflexiones y siempre es agradable entregarse a la vanidad de verse leída en otro.

Pleno: Los Diarios de Rafael Chirbes. Aún estoy en ellos y su lectura será lenta, vuelvo a páginas leídas una y otra vez. No busco el orden ni creo que él los escribiera con esa intención. O sí, yo qué sé, leer sus diarios no me concede mayor conocimiento del personaje del que él quiso mostrar. Qué arrogantes somos a veces los lectores.

Y así vamos.

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