En Junio llegué a cumplir un año más que tres de mis
muertitos. Lucho con la sensación de irrealidad que esta línea temporal, caótica
e inesperada, provoca en mí.
La vida dibuja un árbol
Y la muerte dibuja
otro.
Roberto Juarroz
Hay noches que todo se va en un trajín de vidas y muertos, jolgorio
de muertitos lo llamo yo, sueños en los que el tiempo transcurre en tierra de
nadie, ni ayer ni hoy y por supuesto no mañana. Un tiempo irreal de vivencias imposibles-
¿y qué otra cosa son los sueños, querida mía? Qué obviedades sueltas a veces -
que dejan un regusto de añoranza al despertar y del que cuesta desperezarse. Los
muertitos no se van nunca como cabría esperar o como llegué a creer en un
momento de mi vida, mucho más joven, claro, y también mucho más inexperta en esto
de llevar pegados durante años y años a unos espectros felices -porque sí,
porque yo he decidido que lo están, que lo son. Y estaba convencida de que al
igual que la pena -la que rompe y rasga pero por dentro y con mucho, mucho
dolor pegado a sus faldas- mis muertitos irían diluyéndose en un recuerdo cada
vez más apacible y lejano. Pero no ha sido así, las vivencias empeñadas en
sorprenderte, en descabalar ideas preconcebidas. Obcecados en llevar la
contraria, la vida -mi zorra casquivana preferida- y el tiempo, su chulo -chulazo
él- ese par vital flanqueándonos los días.
Así que rara es la semana que uno de mis muertitos no da
señales de vida, solo o acompañado de otro muertito. Me sonríen, besan y
abrazan, eso cuando están de buenas. Pero a veces parece que se les atravesara
una espina y esas noches son de vuelcos y enfados, pensamientos a la carrera,
deprisa, deprisa y no abras los ojos por si la historia tomara un derrotero más
afable porque nadie necesita que sus fantasmas vengan a tocarle las narices, no
es deseable ni parece de muy buena educación, muertitos, con lo que habéis sido
y mirad ahora, enfurruñados y liándola parda. Dándome la noche y casi con
seguridad el día, será difícil desprenderse de esta sensación donde la piel no
parecerá la mía sino la vuestra, o la mía pero cuando no eráis muertitos, tan
suave e irreflexiva era la vida, y ahora ya veis – ya veo- qué más quisiera.
3 comentarios:
Los míos hace tiempo que no aparecen.
Antes venían con cualquier excusa.
Ahora hace mucho que no.
Deben haber formado otras familias en el más allá...
Si es que no te puedes fiar de nadie.
Besos.
La vida y el tiempo...vaya pareja de dos, hacen lo que quieren con nosotros.
Esperemos que mientras vienen lo hagan de buenas. Es lo que nos queda.
Un besazo, eso sí.
Toro, es verdad... no puedes fiarte!
Besotes sin olvido.
Carmela, pues sí, nos traen y llevan como quieren.
Besos mil
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