lunes, 16 de marzo de 2015

Y grabarlo en el cojín, forastero

No creo en Dios pero le echo de menos.
Julian Barnes


Leo El jilguero de Donna Tartt.

Veamos, mil y pico páginas, leídas con agrado, para qué engañaros, de forma compulsiva en las primeras cien pero luego y poco a poco un runrún de advertencia, una sospecha de que el  amante que parecía tan cautivador podría acabar siendo un vulgar mercachifle que termine por venderte el mismo filtro de amor que todos esos ex-amantes descartados por cretinos sin hervir. Pero no estás segura y quisieras confiar así que sigues quedando con él aunque dando largas al revolcón porque quién sabe si el gatillazo y ya estás curtida y sin ganas como para pasar manita por el lomo a desconocidos.

Así hasta las últimas 300, un andar por la cuerda floja del sí pero no e intuyendo que el invento puede explotar entre tus manos dejándolo todo perdido de ideas maleadas, regurgitadas. Y así sucede, así termina por ser, maldita Casandra de las letras todas. En ese momento comienza a pesarte el fardo y ya puedes identificar los trucos, de feriante sin muelas y ni siquiera llegar a mago aventajado. Y el final, discursivo cómo no, es lo mejor, descubres dónde quería ir a parar la autora, apenas una frase que en ese momento refulge con brillo de neón y que consigue que tu Casandra interna te lo señale descojonándose y sin permitirte pasarlo por alto: “el destino es cruel pero nunca arbitrario”. Acabáramos, todo el peso del fardo para acabar descubriendo que en realidad has estado siguiendo la pista a Coelho.

Todo y todos para terminar leyendo el cuadro de punto de cruz de la entrada:  bienvenidos a casa, ya tardabais, hijos míos.

Tapete en blanco y de ganchillo: fin y agradecimientos.





8 comentarios:

miquel zueras dijo...

Vaya, te agradezco el aviso pues me habían recomendado este libro pero creo que mejor me voy a otras lecturas pendientes como "La despedida" de Milan Kundera, tengo que dibujar una portada de este libro.
Saludos!
Borgo.

TORO SALVAJE dijo...

A ver Doña Exigente, el libro tiene muchas trampas pero es original su trama y también a veces muy crudo, y comparado con otros libros que se venden como churros este es mucho mejor.

Besos.

Anónimo dijo...

Sí...Querida Margan, la literatura como el humor, necesita tener una buena dosis de originalidad que se consigue mediante la capacidad de sorprendernos, pero...claro, a medida que adquirimos conocimientos cada vez se cierra más la posibilidad de llamarnos la atención. Pero cada libro es una experiencia que a fuerza de vivirls deja de sernos interesante, por ello, celebremos cada vez que nos atrape una novela porque quizá tardaremos en volver a encontrar otra novela que despierte nuestro interés. Mi próxima ilusión...Las luminarias de Catton. Pinta bien...Un saludo

Marga dijo...

Miguel, hombre, no creo que haya color, Kundera es mucho Kundera (quitando su último libro que a mí, personalmente, me ha espantado jajaja). De todas formas prueba a leer El jilguero, Toro tiene razón, yo soy muy puñetera y la verdad es que mi cabreo viene más por las últimas 300 páginas y sobre todo por el final, no puedo con según qué pensamientos memos y es posible que sea algo muy personal.

Ummm un buen trabajo esa portada no? no me refiero al económico que ni idea, jajaja, me refiero al escritor y la obra en sí.
Saludo te va!

Toro, lo sé, el principio es la leche y la parte que transcurre en Las Vegas es muy buena aunque sigo insistiendo en que incluso en esa parte parecía que de un momento a otro se iba a pasar al lado oscuro como al final sucede.

Para que nos entendamos: no se puede empezar poniendo un disco de los Doors y sin saber muy bien cómo terminar escuchando a Bisbal ... que no, leñe, por ritmo, por letras, por respeto a la variedad vital de unos y el otro memo. Pues tal cual me ha parecido el invento, una tomadura de pelo, un cansancio de la escritora, un "venga, esto lo termino yo en un periquete".
El Pulitzer no es el Planeta, por mucho que venda siempre se le había exigido un mínimo respeto hacia los lectores y en esta ocasión el respeto se diluye a medida que avanzas en el libro y el final, ese final, aggggg, que no, no hay excusa posible. Bisbal nunca puede tenerla, jamás de los jamases!jajaja.

Besote y puñetas.

Marga dijo...

Anónimo, no creo que sea tanto una cuestión de sorpresa, no en este caso. Cuando leo un premio Pulitzer sé lo que se me va a ofrecer y nunca se ha tratado de originalidad, nunca he buscado eso en estos libros. Se trata, más bien, de buenas historias, escritas con oficio de narrador y en las que el escritor es consciente de que el lector al que van dirigidas está medianamente formado y tiene cierto grado de exigencia. Sin abusar de ninguno de estos ingredientes, por supuesto.
Pero esta vez no ha sido así, ese acuerdo tácito de "escritor haz el favor de no tomarme por tonto" no se ha cumplido. De ahí mi cabreo, no es más que eso.

Voy a ver de qué va eso de Las luminarias... y ya me contarás tú si ha sido de tu agrado.

Carmela dijo...

Bueno en esta ocasión ni si, ni no, no sé si lo leeré aún. Me llama la atención la discrepancia entre tú y Toro, jajaja ....quizás un término medio.
Leí la siguiente crítica y eso me hizo dejarlo en la reserva:"Sin duda es una buena novela. Y, también sin duda, está lejos de ser un clásico de la literatura. Libro muy recomendable si se exige algo más a un libro que un buen argumento. Como toda obra que supere el millar de páginas la primera sensación es que algunas, al menos dos centenares, son prescindibles. Pero tampoco molestan. La mayor virtud del libro es que, una vez concluido, se siente nostalgia por lo ya terminado. Lo peor: su final."

Besos lectora mosqueada

El peletero dijo...

Perdónese a sí misma, que a uno o a una le den gato por liebre le puede pasar a cualquiera, usted todavía es joven y aún puede permitirse el lujo de equivocarse o de perder el tiempo, yo no, yo he dejado libros y amantes en la segunda página y más a mi edad, si no me gusta un adjetivo, ¡a la porra!, si no me gusta como agarra el lápiz para escribir, ¡a la porra!, si no le gusta o le disgusta las mismas películas que a mí, ¡a la porra!.

Podría continuar, pero me haría pesado.

¿A quién se le puede ocurrir decir la tontería esa de “el destino es cruel pero nunca arbitrario”?

¡A la porra!

Bueno, besos sin porra.

Marga dijo...

Carmela, eso, tú no me hagas mucho caso que ya sabes que soy yo mu radical con esto de las letras, jajaja. Es posible que el libro merezca la pena pero como le decía a Miguel: seguro que lo mío es algo personal con esa memez de que todo tiene un sentido en esta vida y la estafa que supone pero eso, pa gustos los colores, jeje.

Besotes!

Peletero, jajajaja, eso de ¡a la porra! depende del día, sí, pero en mi caso en cuanto me suena a pensamiento de coach repeinao y buenín me entran ganas de mandarlos a un sitio aún más feo y lejos, jeje.
Allá cada cual con sus filosofías, mientras no salpìquen bien vamos. Si es lo único que pido, jopé.

Besos sin crueldades