jueves, 4 de diciembre de 2014

Quien habita el frío y a un lado la tundra

En estos días todo es un frufrú de polisones y telas, de bailes en amplios salones y cortesanas costumbres deshilvanándose los unos a los otros -o dándose puntadas bajeras que es lo mismo, pero me ha salido el yo palatino y metafórico apenas sin querer, ya véis- y eso que en casa siempre hemos sido, y seguimos siendo a pesar de todas las letras rusas, más de guillotinas que de linajes patricios, pero qué quieres, le digo a J, algo mosqueado ya por mis refinados gestos  -ese meñiquear las tazas y damiselar mis pestañas que es a todo lo que puedo aspirar en el tema- la culpa es de Tolstoi, es él quien me arrastra, quien obliga, no puedo evitar pasar páginas y sentir que mi calesa viaja de San Petersburgo a Moscú y luego a Pokróvskoie quemando verstas como si tal cosa, porque no puedo resistirme al embrujo de su escritura, a los devaneos morales, a las tomas de decisión, a los dimes y diretes de cada personaje, enamorándome más de ellos a cada paso –Jotanovich, por favor,  interpelo a J para que haga la cena mientras yo, vorazmente, paso páginas y olvido poner la mesa-  empujada por Anna y Vronski, por Levin o Kitty, incluso con la frialdad y cobardía de Alekséi Alexaindre, ya sea al amor, ya al rencor, al sí pero no de mis justificaciones morales , ¡que son las suyas, recuerda! -ays dios, qué despropósito- a cada paso. Y el dolor y las dudas y los aciertos que nunca llegan o que llegaran y mejor no saber aún de qué manera. Del amor o la felicidad y cómo.

Sí, el invierno ruso me pertenece y aplico el punto de vista petersburgués o moscovita, según me dé.

(Hasta ahora no he encontrado ni una pega que poner a la traducción de Victor Gallego y a la edición de Alba, exquisita y cuidada. Chapó, señor y señores míos.)

Un día de estos os hablaré también del invierno turco -o no, ya se verá- que resultó ser "una película larga y magnífica como un novelón ruso", que dijo I,  y dada la coincidencia corrimos a verla: Winter sleep. Si tenéis ocasión no os la perdáis. Si soportáis el frío, clavar las miradas y los silencios que no sustituyen a las palabras sino que se convierten en ellas. Si disfrutáis con la morosidad de algunas historias, advierto, que luego no quiero quejas.

Desde entonces, Jotanovich -por venganza, lo sé-, -no, por correspondencia, dice él-, arroja intensas miradas y silencios que me abrasan cada vez que nos cruzamos. Nuestra casa se ha convertido en una verbena multimperial estos días, ya os digo.

Y lo mejor es el frío, ese frío.




                                                                                   Imagen de Kevin Corrado


Versta: medida rusa que equivale a 1,07 Km.



11 comentarios:

El peletero dijo...

Toda la literatura rusa, incluida Ana Karenina, es una estepa inmensa, interminable, de Norte a Sur y de Este a Oeste. Un Universo.

No se preocupe por la cena, cualquiera puede cocinar cualquier cosa, pero no todo el mundo puede escribir un libro así.

Dice usted que la traducción es buena, doy por supuesto entonces que habla ruso. Правда всегда выходит, как лед в воде

Besos esteparios.

Darío dijo...

De dónde saliste vos, escribiendo de esta forma, me pregunto, que todo el frío ruso se me aposenta en el cuerpo, y gozo, porque tantas adulaciones me tirás, pero bien, y a veces caigo en que, quién me adula es una gestadora de belleza imposible. Un abrazo.

Carmela dijo...

Pues que siga ese frufrú de polisones, y sobre todo que ese meñiquear las tazas no cese por un simple mantel, que bien merece pasar un poco de hambre deambulando por esos salones imperiales.Y no dejes de abrigarte, mi amiga cortesana, que la estepa es muy fresquita, jajajaj, a que si.
Un placer, como siempre, perderme entre tus letras.
Besos damisela.

TORO SALVAJE dijo...

Oye, esa peli tiene muy buena pinta.
Gracias.
Pensaba retorcerte ese meñique chiflado que tienes pero te vas a librar por recomendar una buena peli.
Yo te imaginaba quemando berzas en vez de verstas...

Besos Doña Pestañas

Licantropunk dijo...

Ayer me sumergí en el frío invierno anatolio (una película que hiela hasta los huesos: no es una metáfora, salí helado del cine) que propone Nuri Bilge Ceylan, y espero que este domingo congelador de diciembre me sea propicio a la hora de escribir sobre ella: magnífica película.
Saludos.

Marga dijo...

Peletero, eso es, los autores rusos son por sí mismos un Universo.

Y no, no tengo ni papa de ruso pero para saber si una traducción es buena lo que hay que conocer es el idioma al que está traducido: nada de sintaxis que chirríe, ni de oraciones ambiguas o sin sentido o vocablos que no se ajustan a los párrafos y su significado. Si además se tratara de un clásico, es imprescindible que el buen traductor nos haga llegar la época y la historia a través de notas, no excesivas, para no romper el flujo del texto, pero sí las suficientes para aclarar conceptos o palabras que nos son ajenas. En fin, que como le decía, en todos estos aspectos la traducción es una auténtica maravilla, el texto fluye y no se "atasca" en ningún momento.

Es que lo mío con las traducciones, su validez, viene de lejos aunque mucho más referido a la poesía pero se queda el vicio. Puñetera que es una con la literatura y con lo que lee.

Besos sin cena!

Dario, anda ya, que me sonrojas, malaje!! jajajaja.
Va, quedamos en que nos gustamos cuando escribimos. Admiración mutua imprescindible para el respeto, ajá.
Abrazote te va!

Carmela, entre mantas cada vez que cojo el libro y eso que no veas que incómodo de leer es el muy puñetero!! mis contracturas se cuentan ya a pares por culpa de él, jajaja.

Reverencia y besos, milady.

Marga dijo...

Toro, precisamente a ti, creo, que te va a gustar. Eso sí, llevate la merienda porque es larga y cuidado con las rodillas al levantarte, jeje!

Gracias por tu magnanimidad, rey, y beso tus carrillos reales.

Licantropunk, espero imaciente tus conclusiones. Te leo esta semana.
En cuanto al frío... qué me vas a decir! no sé en tu tierra pero aqui los cines han cogido la costumbre de no poner la calefacción o ponerla a ratos en las sesiones de menor afluencia, y no veas que frío pasé esa tarde.

Estoy de recortes, de necesidad real ficticia, hasta el moño, proclamo!

Un saludo.

Ea, aprovechad el día que queda poco, agggg.




Anónimo dijo...

"Todas las familias dichosas se parecen, y las desgraciadas, lo son cada una a su manera". Una gran frase para comenzar una gran novela, lástima que sea de "una efectividad acojonante" pero erronea en su planteamiento. Sí, señor Toltoi, si viviera en éstos tiempos actuales sabría que no hay diferencia entre las familias dichosas y las desgraciadas, el problemas es de "apreciación", las familias felices son tan dispares, tristes y patéticas como las desgraciadas aunque no llamen tanto la atención ni parezcan tan interesantes...seguiré con el libro...porque lo leí hace tanto tiempo que ya no recuerdo cuánto me costó (en pesetas, claro) Un saludo Marga.

Marga dijo...

Anónimo, pues sí, existen comienzos de novelas que sirven para activar nuestra admiración y la necesidad de seguir con la lectura. No siempre cumplen lo que prometen aunque en este caso juraría que sí, que con creces.

En cuanto a lo de dispares y patéticas tiene usted razón, sucede al hablar de seres humanos, de uno en uno o en conjunto. En mi caso pertenezco a una de esas familias poco interesantes, dichosas a su manera, pero igual de desestabilizadora para los individuos que la componen como todas las demás. Pero procuro contemplarla, contemplarlos, contemplarme, con un poco más de ganas y creer que tristes no, tristes sólo cuando toca la pena de lo irremediable y esa sí que es jodida.

Pero tiene usted razón, el problema es sólo de apreciación, y de aprecio, me atrevería a asegurar, cuando se trata de mirar cada quien a los suyos.

Siga, siga con el libro y luego me cuenta. (En euros es una pasta aunque la edición de bolsillo no está nada mal)

Un saludo, anónimo, y encantada.

Anónimo dijo...

¡Querida Marga, soy Hildy! Y aquí me tienes buceando por tu blog...
¡Sigo siendo mujer poco aplicada y sin ver todavía la de Ceylan... pero me sigue! ¿Mañana día del espectador? Te contaré.

Por mi parte fui a ver la nueva versión de La señorita Julia y la disfruté de lo lindo.¡Cuánto sufrí!

... Tolstoi son palabras mayores. Y su Anna Karerina me gusta releerlo de vez en cuando. Hace poco disfruté de una de sus últimas novelas (o creo que la última): Resurrección.

Creo que fui una de las pocas espectadoras que disfrutó de lo lindo de la última adaptación de Anna Karenina que hizo Joe Wright.

¿Por cierto, has visto La última estación sobre los últimos años del escritor ruso...? ¡Me gustó mucho esa película...!, aunque tampoco hubo mucho amor por ella.

Te dejo que tengo que calentar las brasas y ver cómo está el samovar. Y de paso pedir que me quiten la nieve de la puerta principal.

Beso
Hildy

Marga dijo...

Hola, Hildy!

Tengo ganas de ver la de Julia, me llama mucho la atención, a lo mejor esta semana. Y la de Karenina no la vi, la tengo esperando en casa a terminar el libro, a ver qué me parece... sin mezclar generos, por supuesto! pero me encanta leer el libro y luego ver la película, cuando las adaptaciones vienen avaladas.

Y sí, a mí también me gustó mucho la película de La última estación, disfruté con ese Tolstoi atormentado y atormentador. Tenía la parte literaria que le correspondía pero también la vital, no te pareció? no sé porque tuvo tan malas críticas. En fin, es un misterio eso de las críticas a veces.

De Tolstoi habia leído sobre todo ensayos, y hace ya tanto, y nunca me había puesto con sus novelas pero me da a mí que tras su Karenina voy a empezar a rebuscarlas en la biblioteca.

Un beso con quitanieves!