martes, 11 de noviembre de 2014

No de la Habana pero vienen barcos que


Seguimos siendo gente de inclemencia.

René Char

Es probable, casi seguro, que hoy toquen a desvarío. Hay días que una se levanta con sensación de botón desabrochado y por más que intenta encajar en el ojal no hay manera, ni lo encuentra, y lo mejor en estos casos es dar rienda suelta al balbuceo sin buscar su acomodo, en remolino que salga, se pierda y encuentre cobijo. Si lo logra.

Palabras que vuelven, que van, de cabeza al horno, en rincones detenidas, memorias aletargadas y llegan dolientes, otras veces cantan, de cuero curtido, si rasparan como espinas desairadas y peces boqueando, de madrugadas insomnes y ese cajón medio abierto que es la noche de los sueños en trance, despeñaderos, o sed ante un papel, que respiran asfixiadas por la lejanía del que calla, que abren los ojos o cierran oídos, no quiero escuchar más, cállate, no hay mucho que decir, háblame, dilo otra vez, el deseo en susurros, el sonido encadenado a una piel, la hondura del eco del desprecio, del amor, la respuesta inesperada, soy pregunta, ¿y?, la verdad de las cosas – y si existiera, ahí esperando sobre ellas-, la brisa del aliento, la longitud de quien deja caer una semilla, el gesto ciego del que busca, el verso ajustado, el cavar de los sentidos, las cenizas, los duelos, la añoranza limpia...

Y parecería que, las palabras. Alimentándome -saben a- y el acomodo de su rastro cuando las dejo caer sobre otros, para que no chirríen como postigos rotos.Y sin embargo.

Aprender, toda la vida en ello.





6 comentarios:

TORO SALVAJE dijo...

Tu espléndida cabeza centrifugando.
Que no pare.

Besos.

El peletero dijo...

¿Somos gente de verdad inclemente? Quizá a algunos la tierra los hace así y a otros, como decía Colón, el mar les da esperanzas igual que el dormir les da sueños.

Estos días pasados ha llovido bastante en Barcelona inaugurando por fin el otoño, mi árbol ha tenido su buena ración de agua mientras le van cayendo las hojas dándome a mí más trabajo al barrer la acera cada mañana.

Para no ver sólo hay que arrancarse los ojos, pero para no oír no basta con cortarse las orejas, hay que ir más allá porque las palabras siempre chirrían como postigos rotos cuando no gusta oírlas, lo mejor para algunos es cerrar las puertas y olvidarse, pero no, siguen y seguirán cayendo igual que las hojas en cada otoño, chilladas o escritas. Vaya birria de poesía es la realidad cuando sólo se tiene una escoba, y un botón sin ojal o un ojal sin botón.

Besos clementes.

Marga dijo...

Toro, mareaita me tiene, la muy puñetera...
Besos y suavizante!

Peletero, inclementes no creo, o al menos yo conozco a pocos, pero gente de inclemencia sí, sí creo que lo seamos. Char suele dar en el clavo con sus versos sobre la naturaleza del mundo y la nuestra. O que coincide con la mía, eso también, jeje.

Lo mejor en la poesía y en la lluvia es tener los ojos bien abiertos y los oídos igual. Luego sólo saber cuando entrecerrarlos para ver o escuchar con más atención. Y otras cerrarlos y descansar, que también es lícito.

Y sí, la realidad es generalmente una birria de poesía, pobre, yo creo que se lía con la métrica y que el ritmo no es lo suyo.

Besos cuantas cosas barrería!

Licantropunk dijo...

¡Qué texto! Uff, Marga, tres veces lo he leído. ¿Dónde te visitaron las musas, cuenta el truco? ¡No me digas que viendo "Sálvame"!
Saludos.

fus dijo...

Impresionante texto. Enhorabuena

un saludo

fus

Marga dijo...

Licantropunk, es un texto "revisitado", a las musas les gusta que vuelvas a ellas de vez en cuando y les des un poco de brillo. Tan coquetas las muy ladinas...
Gracias y un saludo!

Fus, muchas gracias. Saludos de vuelta