martes, 28 de octubre de 2014

Reconquistas sí o no

Veo como las cosas van ocupando su sitio, adueñándose del espacio que les corresponde sin impaciencia pero tampoco con la cautela de un niño temeroso que observara, con cara de sí pero no, un nuevo columpio. Un territorio sin explorar necesita de un tiempo de acomodo, de saber reconocer las señales luminosas como esa pared color naranja –calabaza decía el catálogo- que colma el salón de luz y día de fiesta. O las mismas que provocan que J duerma más horas porque en nuestra habitación hemos conseguido domarlas y no hay sol homicida que te saque del sueño antes de las nueve.

No creo en la reencarnación, la necesidad de renacer tras la muerte se me escapa como imperativo vital o  esperanzador, creo que con una vida basta, no seré yo quien pida otra. Y sin  embargo sé de las distintas señas de identidad a las que me ha arrastrado el tiempo, diferentes vidas y umbrales, y esta casa ya lleva tres existencias si de mí se trata. Me sorprende la flexibilidad de su espacio, la hospitalidad improvisada: yo en familia y éramos tantos  -aunque nunca demasiados, ahora lo sé-, yo en soledad y éramos una y gatas, y ahora yo en Nosotrosdos donde el juego está en descubrir qué falta o sobra. Adaptación a rincones y rodapiés, a esta casa burbuja tan alejada en este momento de más de una existencia cochambrosa que tuve.

Qué pensaría la niña del flequillo, la primera en habitar la casa, de esta que soy, de esto que somos. Porque estoy convencida de ser quienes somos en cada momento y salvo los cimientos – que tampoco parecen tener excesiva importancia a medida que transcurre el tiempo, seamos sinceros- sólo puedo verme como funambulista en tránsito.  Pero quisiera hacerme caso, para variar, y decir en voz alta que desapareció la vida en precario ya hace unos años y que esta nueva comenzó en el momento en el que la pecera devino en océano. Que  en él seguimos coleccionando conchas, esquivando medusas, que en esta  gruta no se requieren trampas ni fondos marinos cartónpiedra para saldar con la vida porque la vida es esto que tienes ahora.


Todos los días jugueteo con su flequillo por no olvidarlo.




12 comentarios:

DaliaNegra dijo...

Juguetea, lagartija :)y no olvides lo bueno.Besos***

Carmela dijo...

Es hermoso eso que dices, sobre que ésta comenzó en el momento en el que la pecera devino en océano. Y sobre todo que sigas coleccionando conchas...
Besos funambulista en tránsito...y que no cambies.

Darío dijo...

Y me hablás de poesía, sos capaz de arrancarme un lagrimón. Yo que quiero que después, tanto después, mi cuerpo se convierta en una piedrita allá perdida en la sierra o entre rios, hasta ser otra cosa, no dejar de ser. Un abrazote.

Marga dijo...

Dalia, no dejaré de hacerlo... Beso!

Carmela, cambiar a mi edad? uys qué complicado! jeje. Gracias, corasao, si hay mares de por medio tu opinión hay que tenerla en cuenta.
Un beso buzo (bueno, mejor de buza)

Darío, yo pienso convertirme en rama de árbol o pluma de águila. También podría valer pico de buitre o piel de gusanillo, lo mismo daría. Así que vale, estoy contigo! jajaja. Esa manera de "ser" me convence, ajá.
Abrazote vaaa.

TORO SALVAJE dijo...

Te reencarnarás en vaca.

Y como yo esté vivo aún...

Besos.

miquel zueras dijo...

Eso de "La niña del flequillo" suena inquietante ¿Hay fantasmas en tu nueva casa?
Saludos! Borgo.

Licantropunk dijo...

Con las casas nuevas hay gente que lucha denodadamente por adaptarlas a ellas y otros, como yo, que busco asimilarme al espacio: supongo que con conseguir un rincón donde poder sentarme a leer tranquilo, ya tengo mucho avanzado para amar un lugar.
Y el de la foto del final me ha recordado a Snoopy...
Saludos.

Marga dijo...

Toro, pues mira, la idea no me disgusta, pero sólo si me prometes verdes pastos y un establo calentito. Vaca o no, una es muy suya, no te vayas a creer...
Muuuuu y besos.

Borgo, pues no creas, yo y mi flequillo de hace tantos años casi, casi, vamos siendo ya fantasmas... jeje.

Saludos ululantes!

Licantropunk, yo espero que se adapten a mí pero no hay forma, ni caso me hacen y esperan que sea yo quien organice. Y leer... ufff, empiezo a hacerlo ahora con verdadera calma pero sí, está preparado el rincón ideal.

Y no habia pensado lo de Snoopy, jajaja, tienes razón! hay una tira en el último Liniers (el número diez!) que habla de lo mismo, sólo que con un oso y la Antártida (es que lo he leído este finde y me moría de la risa te lo recomiendo encarecidamente!)

Un saludo.

El peletero dijo...

No tenga dudas, siempre somos lo que somos y en cada instante, en cada momento, somos todo lo que somos ahora y hemos sido antes, con vidas cochambrosas o luminosas, no hay reencarnaciones ni más allá de la muerte ni durante esta vida única, no las hay, vamos sumando, pero no cambiamos nunca, usted siempre será la que siempre ha sido. Como esta casa que la acoge, disfrute de ella y encuéntrele nuevos sabores y aromas en cada uno de sus rincones. Sea feliz con su buena compañía, con la de J y con la de la casa y con los recuerdos propios y compartidos, no deje de ser feliz.

TORO SALVAJE dijo...

Te prometo una pradera y un establo de porcelanosa...

Besos.

Marga dijo...

Peletero, no crea que estoy del todo convencida de que seamos siempre los mismos, de no cambiar... me da que la sensación de continuidad la tenemos de serie pero si pudiéramos enfrentarnos cara a cara a aquel o aquella que fuimos hace mucho tiempo... no sé yo el resultado.
En cualquier caso nunca podremos comprobarlo y no dejan de ser especulaciones.
Un beso de yo "conmiguo".

Toro, ya, ya, todo es prometer que ya me sé yo eso. Y tras las doce campanadas el toropríncipe pasa a ponerse las pantuflas y la porcelana se convierte, como mucho, en ladrillos rebajas-taras del Leroy... tendrás que currártelo más. Qué tal una estancia en los Alpes? algo así

TORO SALVAJE dijo...

Valeeeeeeeeee

En los Alpes pero me has de prometer que no mugirás escandalosamente como una vaca castiza, que allí las vacas son muy educadas y no quiero pasar vergüenza por tu pésima educación.