viernes, 23 de mayo de 2014

Lo raro es no sentirse raro

Hay tiempos que no parecen propios, en los que vas y vienes sin parar, donde malgastas la calma o la paciencia, corre o corre, ahora vuelve para luego ir, intentando encontrar lo que reclamaron hace apenas un minuto. Ese arte desbaratado de las cosas ajenas que sin ser tú te toman de la mano y mandan sobre ti, como si te conocieran de toda la vida, como una madre, tamborileando pies y arrugando el gesto del aguante. Y de dónde esa familiaridad de exigentes demandas, si, tú, a ti te digo, mundo de fuera. Deja de pensar en mi disponibilidad o en mis brazos remangados, por hoy ya basta.

Y es Bernhard, Thomas, quien anda curando mis tiempos. Sus Relatos autobiográficos -si pero no, la ficción de la verdad o viceversa- editados por Anagrama, una portada roja con la fotografía del escritor, un periódico y una mesa delante de él. Me lo imaginaba de otra forma,  no con este aspecto frágil de figura casi perdida en el tamaño de las cosas. No en alguien así, incómodo y transgresor, al que debería pertenecer una estampa más fiera y terrible. Compacto como sus páginas y el desbordamiento de sus párrafos alérgicos al punto y aparte, pero no. Y dicen que su lectura no es un ejercicio sencillo, que su forma de escribir impetuosa y poco condescendiente con el lector –y con cualquiera, ni consigo mismo parece serlo- puede resultar trabajosa pero en absoluto, consigue hipnotizarme, como si al seguir sus pensamientos pudiera hacerlo con el mismo método con el que sigo los míos. Más que una lectura esforzada hace falta una lectura valiente, me parece, ni una brizna de aire entre sus consideraciones sobre el ser humano y el retrato de nuestra brutalidad, la inutilidad de nuestros actos y la ignorancia que parece seguirlos.“El fiestas” le llama J. desde que leyera algunos de sus párrafos en voz alta, ya estás con El fiestas, me dice cuando habla y no le contesto.

Llevo un año gozoso de lectura, no he podido quejarme en ningún momento, pero Bernhard ha llegado para quedarse como sólo se quedan los buenos entre mis filas. Estos días de trajín y pelota rebote sólo quiero hacerme un hueco entre sus páginas. Es posible que sus invectivas acompañen mis ganas de estrangulamiento social en estos tiempos nuestros. A lo mejor. De ser así no se me ocurre mejor maestro en este momento.




Imagen de Nuno Sá


"Nunca me causó ningún placer practicar ningún deporte. La verdad es que siempre he odiado el deporte y sigo odiándolo todavía hoy. Siempre se ha atribuido al deporte, en todas las épocas y, sobre todo, por todos los gobiernos, por sus buenas razones, la mayor importancia, el deporte divierte y ofusca y atonta a las masas, y sobre todo las dictaduras saben por qué están siempre y en cualquier caso en favor del deporte. Quien está a favor del deporte tiene a las masas de su lado, quien está a favor de la cultura, las tiene en contra, decía mi abuelo, y por eso todos los gobiernos están siempre a favor del deporte y en contra de la cultura. Como toda dictadura, también la nacionalsocialista se hizo poderosa y casi dominó al mundo por el deporte de masas."

Muy apropiado para este fin de semana, ajustada a la equipación que llevaran los cientos de adultos padeciendo regresión infantiloide con los que me cruzaré mañana por el centro de mi ciudad. 

Comprobar que cada día a menos o semejante pero nunca a más.

11 comentarios:

TORO SALVAJE dijo...

A mí me gusta el deporte, y he leído cientos y cientos de libros.

Algo falla?

Besos.

Licantropunk dijo...

Pues casualmente es de los autores en los que en los últimos tiempos me ha apetecido adentrarme, pero aún no lo he hecho. "Corrección" es el título que me recomendaron. Ya leeremos.
Saludos.

El peletero dijo...

A mí me sucede igual que a Toro, me gusta el deporte y considero que es una de las manifestaciones humanas más interesantes, un microcosmos en sí mismo y un espejo de la vida y la psicología humanas. Otra cosa son las hordas de fanáticos con sus banderas. No hay que confundir una cosa con la otra ni sacar los hechos de contexto ni faltarle al sentido común. En Barcelona, antiguamente, buena parte del público del Liceo estaba dividido entre fanáticos de Wagner y de Verdi que incluso llegaban a las peleas callejeras, no por eso a nadie se le ocurrió denostar ni a la música ni a la ópera.

Las personas necesitan símbolos y ya se puede imaginar a quién le gustaba Wagner y a quién Verdi. En el deporte sucede igual y yo, en este caso, solo puedo hablar de lo que conozco que es el Barça y el significado del símbolo que siempre ha sido el F.C. Barcelona.

Desgraciadamente no he leído nada de Thomas Bernhard, pero lo que usted dice de él me hacen venir una ganas enormes de leerlo. Mi ignorancia sobre literatura en general es muy grande y me sabe muy mal y me avergüenza que sea así, intentaré ponerle remedio, pero, maldita sea, el día sólo tiene 24 horas y buena parte de él hay que dedicarlo a esos menesteres de los que usted habla, de esas cosas ajenas que nos maltratan robándonos el tiempo.

¡¡El tiburón es espectacular!!, Margarita, perdone que la llame así, pero me ha salido del alma al ver esas fauces.

Bueno, besos con la boquita de piñón.

Darío dijo...

El deporte es hermoso. Las dictaduras hacen un uso miserable de todo lo que les quede a mano, ya sea arte, religión o deporte. Un abrazo.

Marga dijo...

Toro, no creo que nada falle, Bernhard dice una cosa y tú dices otra.
En cualquier caso, y esto ya se me ocurre a mí, leer puede llevar (que no siempre y en todo ni a todos, eim?) a que uno analice y a poner en entredicho todo, incluso sus gustos. Que a alguien le guste algo no legitima ni vuelve inmaculado ese algo. Yo procuro no olvidarlo, lo hago incluso con mi gusto por el rollito gafapasta que me gasto, jeje.

Besote!

Licantropunk, a mí también me lo habían recomendado hace tiempo y no me ha defraudado lo más mínimo. Creo que te gustará, me da a mí.
Después de este me van a quedar ganas de seguir con otros libros suyos. El tipo es la caña, ya lo comprobarás, jajaja.
Saludos.

Peletero, en fin, sobre el tema del deporte (y ni le cuento ya del futbol) pasaré por encima. Como le decía a Toro, cada quien valora o no sus gustos y es dueño de pensar lo que quiera.
A mí el deporte me parece nefasto por muchas razones pero eso es cosa mía y lo pensaba mucho antes de leer a Bernhard.

Pero yo hablaba del escritor, lo otro fue pura anécdota y el hartazgo que me ha producido la invasión del futbol en todos los ámbitos. Se me hace imposible llegar a comprender que alguien pueda defender eso desde una postura minimamente racional. Y si para entenderlo tengo que pasarme al otro lado, al irracional que defiende no sé qué colores o no sé qué sentimiento, ahí es cuando comienzo a tener argumentos de peso y de mi lado para hablar de lo nefasto del deporte y bla, bla, bla... pues eso, mejor no. Las pasiones no se debaten, señor Peletero, a qué no?

No sé si llegaría a coincidir usted con Bernhard, gustarle su estilo imagino porque es muy de divagaciones y dispersiones varias. Pero no creo que compartiera muchas de sus ideas y de sus bucles: le encanta arremeter contra la educación católica y el catolicismo en sí y desprecia los nacionalismos. No en vano él vivió las consecuencias de uno de los peores de la historia. Tampoco se le puede tener en cuenta, se me ocurre.

A que el tiburón es genial?? jajaja, cuando lo vi pensé, este sí que sí, va de lujo con mis agobios de estas semanas, jajaja.

Besos escualo.

Darío, ya he dicho por ahí lo que opinaba al respecto.
"Que gane el mejor" no me parece a mí un lema inofensivo, precisamente.
Pero eso, las pasiones no se debaten ni se contradicen. Líbreme dios de meterme en ese charco, jeje.
Abrazote!

El peletero dijo...

Las pasiones no se debaten ni se contradicen, naturalmente, eso es lo malo de ellas, por eso yo no le hablaba de pasiones, sólo lo hacía de deporte que son dos cosas distintas según mí parecer, y por eso también le citaba la anécdota operística que es muy ilustrativa. Las pasiones son parasitarias, se agarran a lo que pueden para sobrevivir, porque la pasión es autónoma del hecho sobre el que lanzan sus colmillos y no al revés, le chupan la sangre, lo desvirtúan, lo contaminan y lo pudren, lo vampirizan y son el germen de todos los prejuicios. La pasión es el hecho, por así decir, el deporte, en este caso, es la excusa.

El problema de los nacionalismos es que todo el mundo ve la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio y considera que nacionalistas son siempre los demás, nunca nosotros, jamás de los jamases. En Catalunya, cuando oímos decir a los españoles, a los franceses o a los suecos, por poner unos pocos ejemplos, que ellos no son nacionalistas, nos partimos de risa. Aquí ya empiezan a decirlo muchos también, lo hacen para expulsar, precisamente, esa pasión pegajosa y molesta, ahora solamente dicen que son independentistas, nada más, una cuestión simplemente administrativa, burocrática, nada pasional.

Siempre hay razones para matar, incluso Robespierre decía que les cortaba la cabeza en nombre de la democracia y la libertad, ¿hay una razón mejor para asesinar?, ¿verdad que no?

Besos como goles.

Marga dijo...

Peletero, usted puede ver, por supuesto, hechos donde yo sólo puedo ver ideas o pasiones. No me gusta el deporte y tengo razones fundadas para ello; usted las tendrá para lo contrario y yo no dudo de ellas. No creo que haya más que decir. Nuestra idea acerca del deporte es distinta.

Al igual que considero que Bernhard tiene su propia idea y razones al hablar de los nacionalismos. Si quiere conocer esas razones y esa idea, tendrá que leerlo, a él y sus textos, y valorarlo por usted mismo. O no, una elección como otra cualquiera.

Como la mía de no debatir sobre aquello suceptible de generar encendidas diatribas para no llegar a ningún lado. Al menos no en esta cueva. Y el deporte y ahora el concepto de nación entran dentro de esa categoría. Son temas que tendrán la importancia que uno quiera darlos y dependerá de cada cual el tiempo invertido en ellos.

Besos botas de agua.

El peletero dijo...

Eso ya lo sé, querida Marga, cada uno tiene todo el derecho del mundo de gustarle o disgustarle lo que le venga en gana, al igual que querer hablar de ello o no.

Yo no intentaba llevarle la contraria al señor Bernhard al que no he leído, solamente daba mi opinión, la mía propia al ver que usted mencionaba esas dos cuestiones de manera explícita, las sacaba a relucir y escribía opinaba sobre ellas en su post y sus comentarios para decirnos, luego, a los que opinábamos diferente, que no quería hablar sobre ello. Vale, no hablemos de ello.

Por lo que he leído en la Viquipèdia Thomas Bernhard fue un permanente crítico con su país y los fundamentos culturales y religiosos que lo sustentan, hasta el punto de enemistarse con muchas personas, incluso amigos. Es normal que una persona nacida en Austria y criada bajo el peso de su historia reciente y que quisiera ser honesta arremetiera contra eso que llamaba “católico-nacional-socialista”, y no, por ejemplo, contra el fundamentalismo musulmán o judío. Todas las comunidades humanas necesitan personas así, no hay que ser condescendiente nunca, ni blando, y aunque no hay que faltarle al sentido común y a la buena fe de las personas (que también existe) no hay que contemporizar jamás, agrade o no, guste o disguste, se quiera hablar de ello o tampoco.

Como decía usted no debe ser fácil de leer.

Besos no blandos.

Carmela dijo...

No lo he leído Marga, pero según tengo entendido es un autor intenso, insoslayable, y al que hay que leer minuciosamente.Y eso le hace interesante. Una vez leí un artículo en el que enumeraban diez razones para leerlo, que aún conservo, porque me llamó la atención lo que de él decían y mucho, a pesar de ello como te digo, no lo he leído.
Te numero las dies razones:
Es sarcástico; vehemente; humorista; conmovedor; provocador; está herido; exagerado; no es un moralista; inimitable y no tiene el nobel.
Todos ellos buenos atributos para ser leído, no??

Del deporte, como bien dices, era solo una anécdota y lo dejamos,....

Un beso de atleta jajajaja

Marga dijo...

Carmela, esas diez razones dan en el clavo. Me atrevo pocas veces a recomendar un autor con rotundidad pero desde luego Bernhard me parece no imprescindible (eso es una estupidez, imprescindible sólo es el aire,jeje) pero desde luego sí es de los autores que consiguen clarificar un poco el mundo y la vida.

Y eso ya es mucho o ya es todo tratándose de literatura, no?

Un beso, traidora (ah, qué eres de esas?? vaya, vaya...) jajaja

Marga dijo...

Peletero, no creo que esa haya sido la secuencia pero si usted lo ve así qué le vamos a hacer. Todo el tiempo he estado refiriéndome en exclusiva, y con toda intención, a las palabras de Bernhard. Si hubiera querido expresar mi opinión al respecto lo hubiera hecho y no ha sido así, lo dije desde el principio: no voy a argumentar sobre temas suceptibles de no llevar a ningún lado o de generar enfrentamientos inútiles.
Como ya le he dicho aprendí la lección y hay discusiones que no volveré a iniciar por este medio, dígase su sentimiento nacionalista. Y otras que no comenzaré, dígase el deporte. Tema este último que por otro lado me importa tres pimientos, sin importame siquiera los pimientos. Y del que soy consciente que la mayor parte de las veces encuentro poco coincidencia con el resto.

Espero que no le moleste pero este es mi parecer.

En cuanto al sentido común y la buena fe de las personas son conceptos tan subjetivos como las opiniones propias. En cualquier caso a mí me gusta saber que existen tipos como Bernhard, lleven o no razón siempre, cosa que no pretendo ni creo que él mismo pretendiera.

Repito, su lectura no resulta difícil pero sí valiente. Al menos a mí me ha enfrentado a contradicciones y pensamientos poco halagüeños que sin embargo están presentes en mi vida, como en la de cualquier otro ser humano.

Y ya debe ser decisión de cada cual, como comentaba a Toro, poner en remojo las ideas propias y cuestionarse a uno mismo leyendo a autores incómodos. Un ejercicio personal que yo recomiendo pero nunca impondré, líbreme dios.

Besos a la bartola