jueves, 27 de febrero de 2014

Contra todo pronóstico

Llevo un tiempo que me cuesta -mucho pero mucho, mucho- sacudir la cabeza y no escupir a los días, esos que van de lunes a viernes y que parecen buscar desatender a la vida y poner patas arriba el hueco, refugio de mis otras vidas. Esos días que consiguen hacerme creer que todo puede llegar a ser un quehacer constante y cansado, un empezar y tirar para volver a empezar, un poco burro noria, un tanto inútil y un para qué o un hasta cuándo podremos aguantar. Y te miro y digo que esta semana no, por favor -no otra vez- que necesito un día grieta, uno donde olvidar que los otros se suceden sin saber cómo o el miedo o la frustración. El resentimiento quizás de lo que fue y dónde estamos.

Escápame a la verbena, amor libertador y Bakunin.

Y disfrutamos de las Historias naturales un proyecto de Miguel Ángel Blanco que exponen en estos días en El Prado. El autor busca crear un diálogo entre arte y naturaleza, aprovechando los fondos iniciales del Real Gabinete de Historia Natural diseñado en 1785, tiempos de los llamados gabinetes de maravillas que están en el origen de los museos modernos. Sólo el nombre es evocador y consigue hacerme perder en muestras y restos. Descubro que antes de Darwin los fósiles se llamaban petrificaciones. Se creía que eran formaciones que imitaban azarosamente la morfología real de los animales y vegetales. Luego ya se vio que de ese azar nada y me maravilla pensar en la ingenuidad y la imaginación que llevó a inventar una explicación menos probable que la que luego sería. Tan pintoresca.
Nos perdemos en las salas. Literalmente. Es nuestra costumbre y sin ella no sería este el museo, ni nosotros seríamos en él. No es festivo ni sábado  y los cuadros y las salas más deseadas por los visitantes están vacías o casi. Puedes detenerte, comentar, señalar, contemplar con la boca abierta o la baba a un paso, acercar y alejar tu mirada presbicia sin inoportunas interrupciones. Es imprescindible dejar de trabajar, nos decimos en un momento de lucidez, -lucidez  y anhelo que se repite muy a menudo en nosotros y nuestras aspiraciones ajenas a la ambición, esa otra que no es la nuestra. La que sí: la de abanicar historias o cuadros o campos y bichos. La de un tiempo propio-.  Y luego seguirá el día contrarreloj -¿sinrreloj no sería mejor decir?- bocadillos y cañas a gritos en el Brillante, recorrer Gran Vía buscando un libroregalo que no podrá ser, que luego más tarde será, y chocolate en Valor quemándome el paladar de placer y sabor, la luz de la tarde ensanchando los ventanales y nuestras botas calle arriba y calle abajo luego. Y gastar dinero que no tengo en otro libro por impulso y por conocer a un autor nuevo -por favor que sea sorpresa y no error es la oración del compulsivo lector y pobre- y ahora menos luz pero igual el placer y las botas. Y vagones y torniquetes y besos altos que suben y más altos aún al bajar mientras nos deslizan. El verdadero sentido de las escaleras mecánicas, su uso aún no confesado por los ingenieros enamorados que las diseñaron.

Y ojalá algunos días fueran metáforas de algo, lo que fuera y más acertado. Por prevenir vuelcos de la vida -o los dados y tiro porque me toca y al calabozo- a los que ya deberías estar tan habituada. Y a veces pareciera pero no.





13 comentarios:

radiologia macarena dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
TORO SALVAJE dijo...

Escupir a los días...
Ya ni ganas me dan.

Paso por ellos lo más desapercibido que puedo.

Y vuelvo a la cueva.

Y respiro en paz.

Besos.

Darío dijo...

Creo que yo también preciso uno de esos días grieta, y no tener que quemarme la cabeza con tragedias cotidianas y vulgares. Un abrazo.

Carmela dijo...

Parece que fue una buena escapada a El Prado, no?.
Hermosos días sinreloj :)

Un beso, Marga, a destiempo y contrapelo, porque sí.

El peletero dijo...

Por la vida perdemos la vida. Esta tarde de sábado, una pareja de Buenos Aires me ha comprado cinco vestidos, dos de ellos del verano pasado rebajados a 10 euros cada uno. Y esta mañana he visto un muestrario de foulards y bufandas para el próximo invierno. Es de un proveedor que los importa, la mayoría, de Italia, son una maravilla, ¡¡qué cosas más bonitas hacen!! Están en un local grande y antiguo, lleno de máquinas obsoletas que hace años no utilizan, cosas de un mundo que ya no existe, objetos envueltos en un misterio como si hubieran escondido su alma entre sus muelles silenciosos. Para comer me he hecho unos espaguetis de verduras viudos, con aceitunas negras de Aragón y un poco de hígado de ternera a la plancha, vuelta y vuelta, y una mandarina de postre. Y para cenar una cerveza, unas tostadas de pan de payés con aceite virgen, más aceitunas negras y unas anchoas en conserva de la Escala, de postre un yogur de soja de frutos del bosque y he visto, mientras cenaba, en la tele y por enésima vez “Sentido y sensibilidad”, la Thompson me tiene enamorado. A una prima de 68 años le acaban de trasplantar los dos pulmones, parece que la cosa va bien, si sigue así y con los dos pulmones nuevos le dan cinco años de vida, y a un nieto de una amiga de Madrid, de dos años y al que le falta un riñón, lo han operado para solucionar un problema en la uretra. Un amigo, director de un Instituto público de secundaria, está preocupado por conseguir alumnos, ahora ya no se los adjudican como antes, en lotes, ahora tiene que ganárselos, debe vender un servicio educativo. En cambio, otro amigo, profesor también de otro instituto público, todo eso le importa un pimiento, se encuentra a años luz de este tipo de lógica, y lo único que desea y está esperando con una verdadera ansiedad nerviosa, casi patológica, es la jubilación a los sesenta para dedicarse el resto de lo que le quede de vida a ver series en la televisión y tratar, a través de ellas de alcanzar el Nirvana. Ahora estoy terminando de pulir la primera fase de la página web que he empezado a hacerle al hijo de una amiga fallecida el pasado enero, es un chaval de trece años y va a presumir un montón con sus amigos y amigas de página web propia, no un simple blog, no, será una página web personal estupenda, me está quedando muy bien, muy resultona con unas animaciones muy chulas. Ya le digo, por la vida perdemos la vida, por eso no entiendo eso que dice Darío de tragedias cotidianas y vulgares. Si son tragedias no pueden ser ni cotidianas ni mucho menos vulgares y si son cotidianas y básicamente vulgares nunca serán tragedias. Ayer fui invitado por unos amigos a ver una obra de teatro, “Tomás Moro”, patrocinada por la UNIR, la Universidad Internacional de la Rioja. Dicen que es una obra apócrifa de Shakespeare. No me gustó demasiado aunque los actores y la puesta en escena es buena, lo importante, sin embargo, es que Universidades patrocinen obras de teatro, eso y, naturalmente, el personaje, Tomas Moro: “Nunca puede estar todo bien porque nunca las personas son todas buenas”.

Besos con sabor a aceitunas negras de Aragón, me gustan tanto como la Thompson.

Marga dijo...

Toro, eso intento yo pero no es fácil respirar tranquilo, ojalá.
Besote de bisonte a bisonte.

Darío, a qué esperas pues? cógelo, pardiez!! jeje
Un beso que te va.

Carmela, lo fue, una gozada de día. Lástima que no sean todos así, jeje, agggg.
Besos de vuelta sin más, pues claro!

Peletero, tienes razón, por la vida perdemos la vida pero es que me temo que no queda otra, una paradoja vital que a veces tiene su puntito y a veces sólo nos amarga. Va por días y por temas, como diría aquel.
Y creo que Dario se referia a otra cosa, los poetas son así, utilizan las palabras en su eco y Dario es un buen poeta, le gusta el juego de las palabras. Pero me temo que a usted ahora le satisfacen sólo las palabras concisas y ajustadas, no queda otra, verdad?

Y es cierto, nunca puede estar todo bien sólo que en este caso, el laboral, sería de desear que estuviera un poquito bien. Imagino que Tomás Moro debió pensarlo en algún momento, ya ve, le cortaron la cabeza sólo por escoger mal su vocación... jajaja, qué bruta soy, lo sé, pero el humor negro viene que ni pintado en estos casos: es lunes y no está de más pensar que al menos mi cabeza no corre peligro, jeje.

A mí tambien me gusta la Thompson. Las aceitunas negras ya no tanto, las aceitunas en general.

Besos con aliño

Magnolio dijo...



¿Perdida y contenta en un museo con alguien!

Creo que es una imagen para combatir lo que sea, incluso mi claustrofobia.

Gracias a ambos por ella.

Y besos, claro.



Anónimo dijo...

Yo vivo algunos días metáfora, aunque de nada interesante...

miquel zueras dijo...

Gracias por hacerme saber lo de esa esposición de Miguel Ángel Blanco, precisamente voy a Madrid la semana que viene.
Espero que no te da tanta cuesta arriba la semana. Ya sé que es duro, anímate.
Saludos. Borgo.

Licantropunk dijo...

Pues tu quehacer constante y tu contrareloj me están dando una envidia de muerte: museo, cañas, librerías y chocolatada de remate. Ja, ja, el que está al borde de la petrificación soy yo.
Saludos.

Marga dijo...

Magnolio, un día así está hecho para combatir cualquier cosa. Hasta la desesperación laboral y económica, jeje.
Besos, dice el chico que también suyos.

Jordim, tendrás qre remediarlo, no?

Miguel, si puedes acércate. Lo mejor de la exposición es ir buscando las muestras de sala en sala, como un buscador de tesoros... o que soy muy peliculera, no sé, jajaja.
Lo intento, va, que es lunes!
Que te diviertas por estos andurriales. Saludos que te van.

Licantropunk, si fueran así todos los días, ays, jajaja.
Un saludo!

DaliaNegra dijo...

Por lo que leo este sistema nos machaca a conciencia, y a veces- al menos es mi caso- el esfuerzo para oponerse es tan grande que uno tira la toalla,cansado.
Leer sobre los besos,las escaleras y aventuras entre fósiles, sin embargo, nos da un empujoncito para seguir.Un abrazo, lagartija ***

Marga dijo...

Dalia, corazón!! cómo vas?
Y sí, si que machaca a conciencia el muy cabronazo...
Sólo quedan los empujones como bien dices, qué remedio.
Abrazo con crujio, ya sabes