viernes, 18 de octubre de 2013

Sin apretar los cordones, no en exceso

Y parece que la revancha del otoño ha llegado, dio su pistoletazo de salida antes de que me diera tiempo, siquiera, a poner calcetines y alargar los bajos de los pantalones, todo hilvanado. Pienso que a veces no me entero de mucho, de nada, que los días parecen continuar un poco a tontas y locas, como yo misma, siguiendo el curso de su propia marcha apartando sin amabilidad la mía y para qué. Otros son días como huesos de ciruela dando vueltas en la boca, hueso del que no te desprendes porque de vez en cuando, en una de esas vueltas, crees percibir el eco de su dulzor y sí saber para qué. En cualquier caso diría que el ahora es la revancha de unos meses que sin llegar a gustarme sucedieron, que había que pasar como la varicela de la infancia en la que quisieras o no te contagiaban adrede y sin embargo.




George Meliés en Caixa Forum. Salas repletas de artefactos por donde mirar y saltar de una pantalla a otra con películas del cine antes del cine. Esa magia tan complicada de compartir desde el ahora donde los ojos andan sobresaturados de estímulos y efectos, hasta el hartazgo. Y sin embargo los nuestros, parece que también los de los otros que están allí, brillan y no se cansan de probar. El juego y la vida  estrábicos por un par de horas, tan divertida la visión doble. Y al terminar bajamos las escaleras de dos en dos los escalones.

Catalá Roca y sus fotografías en el Círculo. En blanco y negro la cotidianidad de nuestras ciudades, sobre todo Madrid y Barcelona, en la década de los cincuenta- sesenta. Catalá consigue hacer llegar el gesto torvo de aquel tiempo,  la marcialidad del miedo y la ignorancia. La miseria. Pero también el envés en otras imágenes que pasean por la sala con la carga de vida del que habita su momento. Pero ahora, contemplados desde este siglo y por mí, tiempos incapacitados para sentir nostalgia. O eso me parecen.

Y un libro: Mi vida querida de Alice Munro. En mitad de sus cuentos me entero de la noticia del Nobel. No es que sea adepta a los premios, menos a este, capaz de ser concedido a un escritor petardo de la talla de Benavente, o tantos otros risibles. Pero esta vez aplaudo, no conozco mejor cuentista y soy voraz lectora de cuentos (cuentos o relatos, no confundir con la moda literaria del microrrelato, tan in estos últimos años; disfrutar a veces con ellos -incluso escribir más de uno, mea culpa- no significa que se  les pueda otorgar más valor literario que el anecdótico, similar a las burbujas de una bebida refrescante al ser comparado con el poso de un  buen vino. Tiempo y proceso ni por asomo).



Terminada la edad de todas las osadías -¿sí?- no así la de los prodigios, me digo. La lluvia que nunca deja, dejará, de caer. Eso nos salva.


Apuntalando los días. Y eso hago, esto escribo.


14 comentarios:

Darío dijo...

Creo en la revancha del otoño, creo en el deambular medio desquiciado de los días, y la lluvia, que no cesará. Me pregunto por qué soy incapaz de leer cuentos?
Un abrazo, primaveral acá, pero que sólo ansía otoño.

TORO SALVAJE dijo...

Aquí la lluvia se desmaya.

No cae con fuerza.

Besos.

El peletero dijo...

La fotografía no fue otra cosa que un buen logrado artilugio para un número de circo, un mecanismo mágico que creaba i sigue creando todavía la ilusión, generando la mejor y la más placentera de las alucinaciones, verse a uno mismo como si viéramos a otro.

Le he dicho a mi hermano que no se olvide de ir y contármelo esperando que las pueda ver en Barcelona. Por razones que no vienen al caso estaré mucho tiempo sin poder ir a Madrid, mi Madrid.

La edad de los prodigios no termina nunca, téngalo por seguro, aunque para mí, y en un cierto sentido, se ha tomado unas vacaciones.

Besos en blanco y negro.

Aquí no llueve, pero lloverá, diluviará, se lo aseguro.

Por Dios!!!, son las cinco de la mañana!!!

Licantropunk dijo...

Qué casualidad lo de Munro, sin duda le has dado suerte. A Meliés le doy una semana de plazo.
Saludos.

DaliaNegra dijo...

Abrazo,lagartija :)***

Marga dijo...

Darío, hay creencias que merecen la pena.
Con respecto a los cuentos... pruebe, pruebe y no desista! aunque tampoco pasará nada de no conseguirlo, por supuesto.
Abrazo de colores ocres.

Toro, pues aqui no ha parado en todo el finde. La conjuré, mira que soy bruja, verdad? jeje
Un beso y el paraguas.

Peletero, exacto, la fotografía es así, y el cine igual: la conjunción entre ciencia y juego, purita magia. Y todo deriva de astrónomos inventivos e inquietos, siglos antes.
Creo que su hermano disfrutará, me da a mí, con tanta curiosidad curiosa y artilugios sorprendentes. Ya me dirá...

Y usted no se preocupe, seguro que luego la llevarán a Barcelona, siempre hacen lo mismo, las exposiciones viajan de una ciudad a otra (si las cosas siguen igual que ahora cobran y antes no, nunca se sabe con esto de la crísis, o era morro bancario, uys, qué lío, qué dudas).

Y tampoco desespere por su racha falta de prodigios. Cuando menos lo espere aparecerán de nuevo. en realidad nunca se fueron, sólo que perdemos la capacidad de verlos y toparnos con ellos pero... volverán. Siempre lo hacen.

Virgendelamorhermoso!! no se entretenga tanto!!

Besos con cohete.

Licantropunk, no sé yo, que el libro me lo regalaron en junio... en cualquier caso me alegro mucho!

Y que no se lo dieran a Murakami, jeje, fobias literarias nuestras de cada dia.

Dalia!!! un beso, corazón. Sabes que no se te olvida por estos lares...

Ventana indiscreta dijo...

No sé si habrás visto la película de Scorsese traducida aquí por LA INVENCIÓN DE HUGO. Desde luego el niño protagonista no se hubiera sujetado a lo Harold Lloyd en el reloj de esa estación de tren si, en vez de ese reloj, lo hubiera hecho sobre el mío de CARPE DIEM. En esa película conocí al suplantado Meliés. Muy entrañable y consecuente ese pionero. ¡Que malos tragos solían pasar lo pioneros antes! ¿A que sí?

Que oye que yo soy un poco cuentista pero te digo que yo este año he comido ciruelas claudias ahí en la vega del Tajuña madre de dios qué ciruelas que las que yo cogía eran las que de maduras ya no aguantaban más en el árbol vamos rajadas y tó y durces como el caramelos que así lo dicen los gitanos en los mercaos que se comen la ele y rezan con la erre mira prima que las que yo me como son primas hermanas de éstas:

http://estar-al-acecho.blogspot.com.es/2010/09/ciruelas.html

Salud y besos niña del hilvan.

Marga dijo...

Ventana, sí que la vi y sí, pobre niño de haberse encontrado con tu reloj... jajaja.
Los pioneros las pasaban mal pero no sé, siempre pienso que tenían algo que ahora resulta difícil de llegar a entender porque parece estar todo inventado. Sin dejar de mencionar la ilusión y la inocencia tan presentes cuando existen multitud de mundos por descubrir. Yo qué sé, me da a mí.

Meliés se arruinó de veras, y de veras terminó sus días de juguetero en un puestecito de una estación de trenes. Qué cosas.

Yo también soy un poco cuentista, o era un mucho? jeje, y también te digo... qué gusto sumergir los dedos y luego chuparlos en la mermelada de esas ciruelas!!

Eso es, prima.

Un beso desde el ciruelo

Carmela dijo...

Yo tampoco debo enterarme de mucho, porque se me pasó esta entrada :(, si, la vida corre y corre y a veces , al menos yo me siento como una corredora desfondada, sentada en la cuneta. Pero noooo, no me quedo en esa sensación, Toca levantarse y seguir corriendo, bueno, jajaja ya andando, que los años pesan.Me encantó, porque lo he sentido alguna vez, ese percibir del sabor de la ciruela entre vuelta y vuelta.
Un beso grande, Marga

Tempero dijo...

En esa última foto que has colocado donde tres chimeneas humean:

las piernas de la niña que simula sostener un bebé: el juego, nunca es desolación.

la risa despechada de la niña de atrás: la risa nunca debe considerarse como una osadía.

la edad de los prodigios.

¿De quién es esa foto, por cierto?

Marga dijo...

Carmela, qué bonito, que se te pasen mis entradas, ays ays! jeje.

Ya, ese correr de los días que es el correr nuestro. Como el conejo de Alicia, sin pausa, sin pausa, aggg. A que dan ganas de gritar, a veces, y decir: detente!
Besos sin hueso!

Tempero. La foto es de Catalá Roca, sus fotografías han estado en el Circulo de Bellas Artes, no sé si seguirá, pero seguro que te gustaban sus imágenes, me da.
La risa es osadía cuando uno crece, verdad? por eso yo no dejo de reirme en cuanto tengo oportunidad, jajaja.

El peletero dijo...

La fotografía es, efectivamente, de Catalá roca, i la imagen corresponde a las tres chimeneas de Fecsa que hay en el Paralelo, en las estribaciones de la montaña de Montjuich, donde empieza el Poble Sec, allí nació Serrat.

Hay también otras en Sant Adrià, cerca del río Besos, al lado del mar y más allá de la Vila Olímpica, pero las de Català Roca son sin duda las primeras.

Montjuich fue uno de los lugares en los que se instalaron barrios de barracas i la gitanita contempla Barcelona desde uno de ellos que lo único bueno que tenían eran las vistas de la ciudad, aunque la mejor de todas (vista me refiero) sigue siendo la que se contempla desde el Tibidabo con la cuadrícula de Cerdà perfectamente dibujada y el mar al fondo.

Saludos

Amapola Azzul dijo...

Eso nos salva¡¡, la lluvia¡
Un abrazo.

Besos, feliz semana.

Amapola Azzul dijo...

Gracias por escribir así, Un beso.