jueves, 13 de diciembre de 2012

Una de manzanas

Ando leyendo La mujer del prójimo de Guy Talesse, un reportaje periodístico sobre el comportamiento sexual en la sociedad norteamericana, y por extensión en gran parte de la occidental, en el S. XX antes de la llegada del SIDA. Aunque a veces sea complicado extrapolar muchas de sus costumbres fuera de EEUU por ciertas peculiaridades sociales. Y ese sentido de la moralidad y religiosidad extremo y capcioso que se traen entre manos.

Entre sus páginas leo muchas curiosidades, de esos datos que me fascinan, por ser reales al producirse pero que parecen inverosímiles al tener conocimiento de ellos. La manida frase la realidad supera la ficción, pues así. Forman parte de mis paradojas preferidas.

Curiosidades - ésta me la cuenta J.- como que la revolución sexual que se produjo en los años 60 tuvo mucho con ver con el descubrimiento y uso de los antibióticos, evitando las consecuencias en muchos casos mortales, de las enfermedades venéreas. Si algo contenía a la promiscuidad eran las bacterias y no una moral inflexible, muy a pesar de los bienpensantes. O el revuelo que produjo la aparición del informe Kinsey -un estudio acerca de los hábitos sexuales norteamericanos publicado a finales de los 40-, el que causó el que se ocupaba de los hombres y la censura directa que recibió el estudio sobre las mujeres. Era comprensible que el hombre, ser depredador y primario, tuviera sus desvíos en materia sexual aunque resultara chocante. No lo fue tanto descubrir que la mujer, sujeto etéreo y frágil, también los tuviera. La masturbación se descubrió en la investigación como algo mucho más común de lo imaginado, en los dos sexos. Al igual que las infidelidades y los escarceos homosexuales.

Las múltiples formas de censura para evitar la exposición a la pornografía y cómo fue evolucionando el significado que se daba a la misma, sus límites. O el Servicio de Correos ejerciendo una censura férrea sobre los contenidos de sus repartos protagonizando así el papel de censores a través de sus empleados. Imaginé entonces carteros con caras adustas y pertrechados de catapultas morales, me dio la risa. Libreros encarcelados por publicar determinados libros o autores, entre ellos Ulyses de Joyce, Mark Twain o Henry Miller. O Whalt Whitman que al publicar Hojas de Hierba fue cesado por obscenidad de su cargo en un departamento de Interior. Clérigos que se pasaban al lado oscuro y proclamaban las bondades de practicar el sexo y la inexistencia del pecado. Comunas nudistas que practicaban el amor libre ya a finales del S. XIX y el renacer de estas durante los años 60. Los comienzos y avatares de la fundación de Playboy por Hugh Hefner. Y decenas de personajes, interesantes, complejos, desquiciados, contradictorios… sin olvidar nunca el papel de la religión en todo este marasmo de conócete a ti mismo desde tus partes pudendas.

Y se me ocurre que así como el S.XX fue el de la visibilidad de la sexualidad, el S.XXI lo será por el de la visibilidad homosexual. Para normalizar no existe nada mejor que mostrar y convertir en manifiesto lo que durante siglos permaneció oculto. Y demostrar con ello que nadie será fulminado por un rayo por mucho que les pese a algunas mentes cerriles y asustadas.

Es posible que a veces pensemos que el sexo en la actualidad se ha convertido en algo tan banal e inútil que produce grima. Pero en cualquier caso por nada del mundo desearía retroceder en el tiempo y volver a aquellos. Si este era el precio a pagar bienvenido sea a cambio de que cada cual elija y disfrute sus maneras.

Aunque mejor no olvidar que ahora en el sexo el censor llega de la mano de la imagen. Un factor probablemente más arbitrario que el de una moralidad trasnochada y condenatoria… e igualmente dañino. 

¿O no?

Quizás.





11 comentarios:

Darío dijo...

Me encantó, porque fue casi una interpretación de lo que escribí en estos días. La censura que ejercemos sobre el sexo en nombre del "amor" que nos enseñaron. Qué clase de amor es ese que se entrega a una sola persona hasta la muerte, y en la enfermedad, omitiendo todo lo que pasa a nuestro lado? Eso es amor?
Ni hablar de lo demás, las enfermedades, inventadas o no, como les vienen como "anillo al dedo" a los censuradores, a los inquisidores. Este es el castigo de dios.
Pero es verdad, ya no pueden tapar ciertas cosas.
Un abrazo.

TORO SALVAJE dijo...

Que el servicio de "Correos" ejerza de censor es paradójico no?

:P

Besos.

Marga dijo...

Dario, siguen intentando tapar sólo que cada vez es más complicado... aunque no sé yo, con la que está cayendo lo mismo aprovechan y volvemos al sexo oscuro y culpabilizador, ufff su dios no lo quiera.
Y el sexo y el amor a veces van juntos, otras no. Como el tener una hipoteca y el amor en este país, jeje...
Pero sí el sexo es complicado aunque el amor ya ni te cuento, jajaja.
Abrazo!

Toro, jajajaja, qué puñetero eres, no había caído!!!! jajajaja.
Besos pendones.

Carmela dijo...

En relación con lo que dices del siglo XXI sobre la visibilidad de la homosexualidad, se me ocurre que no dentro de mucho veamos un informe Kinsey, que ponga al desnudo la normalidad de la homosexualidad.
El comentario de Toro, jajaja, chapó.
Un beso Marga!!

El peletero dijo...

J tiene razón, querida Marga, pero también han ayudado mucho los nuevos métodos anticonceptivos que han permitido liberarse de la carga y la molestia de parir cuando no se desea hacerlo.

El sexo es la verdadera arma termonuclear de la humanidad, por ello no debe extrañarnos que se le dé tanta importancia, que siempre estemos hablando de él y que las religiones o las ideologías lo tengan entre sus diez mandamientos, no tanto por si mismo y sí por las consecuencias económicas al producir descendencia, en algo que parece tan insignificante como los derechos de sucesión y de propiedad sobre las cosas y las personas que de él se derivan.

Hemos avanzado mucho en su desculpabilización, es cierto, pero sólo hay que mirar un poco alrededor y veremos que, en el fondo, casi todo sigue igual porque el sexo sigue siendo un instrumento de poder y como tal se usa. Usted y yo podríamos hacer una lista muy larga de mal sexo en nuestra sociedad, una sociedad que se presupone es más instruida y responsable que otras del pasado.

En cualquier caso, el sexo es un trato, normalmente a dos, y los tratos hay que respetarlos. Y cuando se quieren cambiar o anular es mejor avisar con tiempo.

En el fondo, querida Marga, me sabe mal pero yo, sobre el sexo y sus derivadas, no puedo ayudarla mucho. Pienso como el Señor Marx que hablando del amor decía que muchos lo confunden con una gastritis y, cuando se han curado de la indisposición, se encuentran con que se han casado.

También soy un fiel seguidor de Lord Chesterfield, y las cartas que le escribió a su hijo, en el lejano siglo XVIII, procurando aleccionarle y alertarle sobre las cosas y los peligros de la vida. Es mundialmente conocida su descripción sobre el coito, memorable en su concisión mordaz. En tres cortas frases consigue definir eso que los humanos nos gusta tanto realizar acompañados. Lord Chesterfield dice del acto sexual que: “el placer es momentáneo, el coste exorbitante y la posición ridícula”. Sin duda no dice toda la verdad, pero lo que dice es cierto, aunque lo cierto de lo que dice no cambia nada y casi nada significa pues hombres y mujeres continúan haciendo aquello que más les gusta hacer, que es hacer el ridículo mientras nadie los mira.

Besos no ridículos,

¡¡Muy bueno lo de “Correos” de Toro!!

Marga dijo...

Peletero, por supuesto, sólo que lo de los anticonceptivos ya lo sabía y lo de los antibióticos no tenía ni idea.

Y sí, como arma de poder se utiliza. De ahí los daños que pueda causar. Desde que el mundo es mundo, podemos suponer. Aún así, individualmente, yo puedo elegir cómo deseo el sexo en mi vida y hasta dónde los tratos, como persona y mujer. Esto último bastante importante, en la parte que me toca. Desculpabilizar el sexo no es poco, no le parece?. Aunque no sea todo, ajá. En el sexo, como en cualquier otra actividad del ser humano, cuantos menos velos mejor. Menos turbios los temas, no cree?

Y no creo que nadie pueda saber de sexo más allá del suyo propio. Salvo algunas pautas terapeúticas y biológicas el resto... personal e intransferible, jeje, como los pensamientos. Que no lo sepa mal pues.

Genial lo del Lord, simplificador pero ingenioso, jajaja. En cualquier caso, bienvenidos sean ciertos ridículos, incluso cuando nos miran, jeje.

Besos payasos!

Marga dijo...

Carmela, no sé qué narices le pasa a este trasto, no editó mi respuesta a tu comentario...
Te decía que no les vendría nada mal un informe así, fue clarificador y borró de un zarpazo muchas ideas preconcebidas.
Besotes!!

Licantropunk dijo...

El siglo XXI me da mala espina en cuanto a ampliación de libertades: la sociedad es cada vez más mojigata y uniforme. La heterodoxia y el eclecticismo están en extinción.
Saludos.
(¡wow!, qué frase me ha quedao)

Marga dijo...

Licantropunk, guauuuuuu, qué pedazo frase!! me la apunto... jeje.
Y sí, eso también asusta...
Saludos!

Antígona dijo...

Es cierto, niña Marga, que el modo en que el sexo se percibe en una sociedad no puede dejar de influir en el modo en que lo practican sus individuos. Pero este tema se me vuelve especialmente escurridizo. Es casi seguro que hace cien años, y dentro del matrimonio, el sexo sería más mojigato y cubierto de velos que lo pueda ser ahora. Pero, ¿qué sucedería en los burdeles? ¿No se llevarían a cabo las mismas prácticas que ahora? A la postre, tiendo a pensar que todo está inventado desde hace mucho, y que a veces los mojigatos somos nosotros cuando miramos al pasado y queremos pensar que por aquel entonces las cosas eran muy diferentes a como son ahora, cuando quizá, pese a la existencia de tantos mecanismos de censura, realmente no lo fueran tanto –ahí está el informe Kingsley para sorprendernos, por ejemplo.

Por otra parte, y si no recuerdo mal, Foucault planteaba en su “Historia de la sexualidad” que, más o menos hasta el siglo XVIII, tanto la ley como las autoridades eclesiásticas habían sido bastante permisivas con las prácticas homosexuales. Estaban prohibidas o tachadas de pecaminosas, sí, pero según él cuenta, era normal hacer la vista gorda y no meterse tanto con las costumbres sexuales del personal. A partir de ese momento, emerge un discurso científico o médico de la sexualidad que, bajo el pretexto de la salud –y sin duda unido al puritanismo- comienza a estigmatizar y perseguir conductas sexuales en las que poco peligro se había visto hasta entonces mientras no se hiciera publicidad de ellas. No tengo el libro nada fresco, pero sí recuerdo que me interesó lo que leí en él porque venía a desmontar el tópico de un presunto progreso lineal a lo largo del tiempo en las libertades sexuales. Parecería que nosotros provenimos del mayor período de represión sexual habido en la historia, y no precisamente causado por la religión sino por la ciencia médica. Si te interesa el tema, no dejes de echarle un vistazo (volumen 1)

Muy interesante lo que dices de que el mayor censor llega ahora de la mano de la imagen. Vi hace no mucho un trozo de un documental –no sabría decirte el título- que denunciaba el elevadísimo número de operaciones de rejuvenecimiento genital o de reducción de los labios menores al que se someten cada vez más mujeres en las sociedades llamadas avanzadas. Y es que ahora resulta que muchas mujeres ya no se sienten seguras en la cama si la apariencia de sus genitales no es similar a la de las actrices porno. No hay ni que mencionar la cantidad de millones que mueve este negocio. La uniformización se impone hasta en lo más íntimo y en principio menos visible. Así que diría que hay que desconfiar un tanto de esta visibilización si acaba por convertir en norma lo que las industrias del porno ofrecen a la vista y por impedir que seres humanos normales, variopintos, y diferentes en sus anatomías disfruten sin coerciones internas de su sexualidad, de la manera en que les venga en gana hacerlo.

No sé si me estoy explicando bien, pero es que la digestión de la comida de navidad es tan tan pesada… :)

Un beso con bicarbonato!

Marga dijo...

Antígona, estoy contigo, cuando miramos al pasado nos sorprendemos viendo lo modernos que eran nuestros antepasados! es complicado pensarlo pero sí, en muchos casos nuestros tatara... estaban a nuestra par, cuando no nos superaban... contemplar todo con ojos contemporáneos es inevitable, de ahí la importancia de los contextos y aún así, a pesar de estar en alerta por ello, a veces se nos sube el ego de nuestro tiempo y nos pensamos los más modernos.
De lo de la permisividad de las costumbres sexuales anteriores al S.XVIII ya había leído algo pero investigaré lo que comentas en concreto. A ver si en la biblio encuentro el libro!

Y ajá, creo que ese documental también lo vi yo, jajaja. Y me dió una grima...
La importancia sin fisuras que se le da a la imagen hoy en día es tanto más represora y dañina para ciertos individuos de lo que pudo ser el puritanismo. La marginación y exclusión puede llegar a machacar igual, no? Gordos, feos, calvos, bigotes pasados de moda, qué más da... el catálogo es amplio. Y sí, todo en aras de esa misma uniformidad.

Besos con vinito!! jeje