miércoles, 18 de julio de 2012

Sueños en cuevas


Como cuando era una niña y jugaba a imaginar que sentiría al mirar si viviera en una estrella, qué podría ver desde la distancia - qué significa distancia- estarían todos aquí, esperándome, me mirarían a su vez, se preguntarían cómo tan lejos. Uno de mis juegos infantiles, morboso, amalgama de placer y temor que supone siempre el asomarse a lo desconocido e inmenso.


Qué significa distancia.

Vemos el documental de Herzog, La Cueva de los sueños olvidados. En 3D, a pesar de mis reticencias hacia esa técnica, pero esta vez sí, me convence el montaje, es apropiado y produce sensación adentrarse en las imágenes, entre paredes y suelos rugosos, ocultos a nuestros ojos durante milenios. Se databan la existencia de pinturas rupestres en unos 15.000 años atrás pero el descubrimiento de la Cueva Chauvet en Francia con unas 400 pinturas supone un nuevo salto, y desconcierto, en nuestros conocimientos sobre ellas, estas se situarían entre unos 30.000 ó 35.000 años. Controversia hay con esta datación, como siempre. Pero se trataría de las más antiguas halladas hasta el momento, a la espera de que los estudios sobre la Cueva de Nerja confirmen que las de Málaga sean aún más antiguas y realizadas por neandertales. De ser así, de nuevo, al traste muchas teorías, las más.



En Chauvet encontramos perspectiva en sus dibujos, tratamiento en las paredes para una mejor fijación de lo pintado, contornos y sombras difuminadas que luego se realzarían al encender las antorchas…

Qué significa tiempo.

¿Cuándo y por qué surge el Arte? ¿Qué sentido, qué finalidad tenían estas pinturas? ¿De carácter mágico espiritual? Es posible pero… de dónde la belleza y el perfeccionamiento. ¿Por qué remueve la visión de estas pinturas, que ancestral sentimiento pulsa en nosotros miles de siglos después?

Belleza, por supuesto, pero belleza aderezada de distancia y tiempo. Difícil resistir a su magnetismo, hipnotizados por las imágenes y el enigma entrelazados. Las preguntas, siempre ellas.

Y por un breve y completo momento, fugaz, el convencimiento de que nada es crucial. La distancia y el tiempo nos pierden en la única realidad natural posible y nosotros a nuestra vez nos perdemos en la incapacidad de aprehenderla. Como ellos, los habitantes de Chauvet, no creo que tan lejanos.


10 comentarios:

TORO SALVAJE dijo...

Que niña tan sabionda...
Ya de pequeña apuntabas eh?

Tiempo... para los físicos es una cosa, para los biólogos otra, para los filósofos otra, para los velocistas otra, para los presos otra, para los reencarnados otra... y para mí seguro que otra.


Besos.

Marga dijo...

Toro, marisabidilla, no más... jeje.
Y tú mamonasso, jajaja.
Ays del tiempo, como cantaba La Mala... "y el que puede, déjale volar".
Un besote!

DaliaNegra dijo...

Mi personal teoría es que eran pintoras,que narraban de ese modo (mientras los hombres cazaban,o mientras otras mujeres y hombres cazaban)jeje, a veces divago con esas cosas,¿el universo es el producto de un trabajo en equipo? a veces mal avenido,o con alguno de sus miembros con lapsus de mala leche...
Me voy, no me lo tengas en cuenta;) dejo besos***

El peletero dijo...

Todas las teorías sobre las pinturas rupestres no consideran el placer de pintarlas y contemplarlas, siempre nos hablan de religión y ritos, de naturaleza y caza. Parece lo obvio, naturalmente, pero a mi me gusta pensar también que disfrutaban pintando y viendo como unas líneas construían una imagen. Saborear la técnica, hacer algo por hacerlo.

Hay que saber pintar muy bien para pintar lo que ellos pintaban y eso solamente se consigue gracias a una tradición bien enraizada, una cultura sólida, una escuela, unos maestros y unos alumnos predispuestos y capaces.

Muchas de esas pinturas son ligeras caricaturas, las figuras están estilizadas y exageradas lo que nos da mucha información sobre la mente que guiaba la mano que pintaba y el público que miraba. Ambos eran cómplices y formaban parte de un mundo bien formado.

Un mundo extenso en el tiempo.

Besos pintados.

Carmela dijo...

Siempre me asombras Marga, y agradablemente.

Me gusta pensar que pintaban por el único y puro placer de disfrutar de ello.
Un beso.

Licantropunk dijo...

¡Ahí va! ¡Herzog en 3D! Virgen Santa. Bueno, pues Godard también parece que está llevando la última a ese formato. En fin, al menos parece que te ha gustado, ¿no?
Saludos.

Marga dijo...

Dalia, es complicado llegar a saber quién las realizaba y las razones... ahí está la gracia del tema. Y nosotros disfrutamos de esa forma,intentando encontrar respuestas. No deja de ser el más maravilloso rompecabezas, junto con otros muchos.
Arriba la imaginación!! jeje.
Besos en cuenta.

Peletero, opino igual. Estoy convencida de que saboreaban su trabajo, de que les fascinaban las imágenes que iban surgiendo, que precisaban del disfrute de la belleza como tantos artistas posteriores. No sé si magia, es muy posible, pero desde luego sí el pensamiento de ser miradas y apreciadas por otros. Qué otra cosa es el principio del Arte?
Y esa complicidad no existe sin aprendizaje, ajá. Ya lo hemos hablado otra veces, saber mirar, saber ver, exige que alguien lo muestre antes, un mapa cultural.

Besos pincelada.

Carmela, gracias, no hay nada que me agobie más que el resultar aburrida, jeje.
A mí me gusta pensar lo mismo, ese placer... ummmm.
Un besote que va.

Licantropunk, palabrita que pensé igual... Mi Herzog en el lado oscuro?? ayssss. Pero no, después de ver la peli, creo que en este caso el 3D viene a completar de una forma muy apropiada el tema. Tener la sensación de que eres tú quien se adentra en la cueva es un acierto, o eso me pareció.
Mientras la técnica apoye a lo contado no vamos mal. Pero no, no me gusta el 3D, no me gusta nada...
Saludos!

Antígona dijo...

Me gusta esa idea de pintar por el mero placer de hacerlo, por gozar de la propia pericia que se va descubriendo en el propio descubrimiento de la técnica, por el placer de concentrarse en el movimiento de los dedos y después sonreír ante el resultado deseado.

Creo que es, también, el placer intrínseco a la creación: nos gusta poner en el mundo cosas que antes no estaban en él, sentirnos pequeños artífices en su vastedad, más aún poner en él cosas bellas en las que podamos reconocernos y deleitar después los ojos.

Pero también en esa labor del artista incipiente, como sugieres hacia el final, veo el deseo de aprehender un mundo que se nos escapa por los cuatro costados. De acercárnoslo y hacerlo un poco más nuestro en la reproducción y la copia, también en la transformación que invariablemente las acompaña. De conquistar una pizca de su fuerza, la misma fuerza que se plasma en esa poderosa cabeza de felino.

Un enigma, en efecto, sobre el que me he preguntado muchas veces: ¿qué movió al hombre al arte? Tantas, que desde hace tiempo barajo la idea de un cuento que retrate ese momento de descubrimiento por el que unos trazos hechos sin precisa intencionalidad transforman la mirada y salta la chispa. Algún día le llegará el turno.

Besos de colorines

Magnolio dijo...

La distancia es lo que me separa de los que quiero. La muerte igual, pero a lo bestia.

El arte: un exorcismo contra lo anterior. Por placer, por impotencia, por consuelo, por cualquier emoción contenida lo humano.

Por ejemplo: tus letras acortan la distancia entre tú y yo ¿será por eso tanta distancia reciente?

Besos añorantes.

Marga dijo...

Antígona, sí, yo también creo en esas dos variables, el placer de la técnica y la pericia; el placer de la creación, de lo que antes no estaba. Pero por supuesto no dudo de la necesidad del control: conocer y fijar aquello que se nos escapa o nos rodea. Difícil no creer pues que estos fundamentos del arte ya estaban en nuestros aprendices prehistóricos. Eran artistas con todas las de la ley, no crees?

Pero el por qué.... ays de los por qués!

Quiero ese cuento!! Ya tardas... jeje.

Besos con ceras!

Magnolio muá, será...???
Lo has clavado.

Besos con crujio.