jueves, 5 de enero de 2012

Cuando tienes donde caerte


Porque no es lo mismo extrañar que echar de menos, porque extrañando existe un redoble de pasos a cada paso que das, acompañándote sin estar. Una ráfaga de sombra, el destello de una luz sobre el cristal, una loseta levantada por el extremo que te hace perder el equilibrio, apenas un segundo, luego retomarlo como si tal cosa. Porque extrañar no es igual a echar de menos, es olvidar y recordar confundiendo el tiempo verbal y la memoria como un zig-zag, el reloj de arena al revés haciendo del tiempo embudo. Porque extrañar es dolor crónico que por persistente acaba por no doler con saña pero siempre un resquemor.


Porque existe un vermut del 31, unos gruñidos asociales que duran lo que duran mis ruegos, un estar entre cervezas sabiendo que faltan dedos, unos fideos chinos como vianda, siestas lujuriosas y un aria de Delibes que me eriza la piel y el sentimiento. Radio 3 con Paco Clavel en el coche, el que tenga un amor que lo cuide, que lo cuide, la salud y la platita que no la tire, que no la tire. Perros, niños y hasta una abuela escayolada al llegar. Una posible Ángela o un nombre masculino que se nos escapa aún porque no existe consenso. S y R tan ufanos, brillante el cutis y el vientre de R. Porque uno más será, a su manera pequeña, el regreso de otros que ya no más. Y una mesa encaramada y copas de vino que salpican y opiniones, gritos, risas, medias lágrimas, como cada vez, incluso antes. Y hay doce sorbos de cava y un beso que me traga el alma recién caída la última campanada. Y a continuación felicitaciones y abrazos que procuro no estrechar y no fijarme en miradas, llevo rímel, pero dos que no puedo evitar y así, con las tripas en papel arrugado, pegamos las costillas y nos cuesta desprendernos. Y partidas de Scrabble con faltas de ortografía, gin-tonics aromáticos con pimienta de Jamaica y frambuesas. Y una noche a la que sigue un día.
Con algunas ausencias, pocas, y fantasmas amables acompañándonos, mi batallón vital.

Al fin, extrañar es la extrañeza de tener que echar de menos, una obligación telúrica pegada al envés de la vida.



14 comentarios:

TORO SALVAJE dijo...

Los que extraño no pueden venir.
Están muertos.

Besos.

Marga dijo...

Pues eso, Torito, pues eso.

Besote!

El peletero dijo...

Felicidades por tener todo eso que describe tan bien, consérvelo y cuídelo, incluso a esos fantasmas que forman su batallón vital.

Si es niña Ángela es un buen nombre.

Darío dijo...

La echo de menos, Margarita...

Carmela dijo...

Ángela, es un nombre hermoso, y de seguro un buen bálsamo para los resquemores crónicos, que de seguro terminan siempre convirtiéndose en parte siempre amable de los batallones vitales.
Un beso grande, Marga

Licantropunk dijo...

Creo que para mí se resalta lo último: obligación telúrica, aunque sea involuntaria. Esta en nuestra naturaleza extrañar. Si decía Camus que no era un hombre el que no lloraba en el entierro de su propia madre, el que no extraña no tiene entraña-s (perdón por la rima mala).
Feliz 2012!!

silvia zappia dijo...

saudades...

buen año, marga*

silvia zappia dijo...

me quedo para decirte que es una delicia leerte.

Marga dijo...

Gracias a todos por pasar y dejar huellas!

Ando más liada que la pata de un romano...

Magnolio dijo...

Líada, con dolores o extrañezas, dudo mucho que te caigas con tantos a/brazos alrededor, incluídos fantasmas y futuribles.

Besos escritora!!!

DaliaNegra dijo...

Mis fantasmas me miran inalcanzables,en sueños... Temo esos sueños en los que descubres que pese a tus esperanzas la casa a la que has regresado está vacía.Se deja de ser niño una y otra vez y es desolador.
Intento,como tú, no fijarme en aquello que refleja las ausencias,unos ojos,una calle,un sillón.Aunque no lleve rimmel.
Besos,lagartija***

xnem dijo...

Ja! le hice una foto en Paris a la japonesita de la imagen. Es la repera!
Luego te leo.

xnem dijo...

Hasta pepino de ponen ahora a los gin tonics!
me encantó como siempre.

NoSurrender dijo...

Yo extraño demasiado, extraño a los que faltan, pero también me extraño a mí mismo. Es demasiado agotador, tanto que hace tiempo que no celebro el cambio de año, y P y yo nos quedamos en casa, hacemos unos sandwich y vemos una película antes d irnos a dormir..

Besos y feliz año!