miércoles, 5 de octubre de 2011

Dicho sea entre paréntesis

Paréntesis es un círculo grande, partido por medio, que abraza la razón inserta.



Jiménez Platón (S.XVII)



Sé que no es lo mismo, sé que es un error irme a vivir a la orilla del Tajo y no, por ejemplo, a New York, Tokio, o yo qué sé (otro ejemplo) a Helsinki (que suena mucho más excitante, postmoderno, más sugerente). Y contaros crónicas desde allí (y ser –parecer- la hostia en verso). Pero no, a mí se me ocurre rodearme de campos amarillos, apenas un promontorio en mitad de la nada, con aceras anchas pero nada quisquillosas, (¿no será mejor decir orgullosas?) comparadas con las de esas ciudades, sin quintasavenidas, sin desayunos con diamantes (siquiera oro blanco). Aquí las mujeres gustan de llevar perlas cultivadas (cierto regusto al clasismo en el vestir; rancias las han segado) conjuntados bermudas y naúticos en ellos, los complementos y los zapatos en ellas. Rechina tanto gusto por la compostura, por el encaje (sin bolillos que todo tiene un límite) del escaparate social que no dejan de ser rebajas caseras (aquí como en la Gran Vía (sin ir más lejos) y aledaños). Imagino que también en todas las ciudades (en el resto de cualquier lugar o país; dará igual), representan el organigrama (la jerarquía, si os place más) de sus habitantes y ellos siempre tienden al mimetismo, a la uniformidad propia de una idea que no es sino el no destacar aunque destaques. (Nunca fue tan parecido ser diferente).




Me tranquiliza saber que al menos aquí ser distinta no será la opción. Sabré a qué atenerme y podré serlo sin mayor esfuerzo (o parecerlo). ¿Lo soy?




Así que esta tarde, y como busco sin desmayo ser postmoderna (trasladarme yo no puedo hacerlo, sería costosa una mudanza a esos lugares mencionados), compro un libro de Tomas Pynchon, que parece ser que lo es (eso dicen, eso leo) a pesar de que el tipo naciera en el año 1937. Pero ya se sabe, si te descubren (como si nunca antes hubieras existido), si de repente te encuentran, ahí estás y eres moderno, contemporáneo de otros tipos a los que (fácilmente) puedes sacar lustros. A veces tener la sensación de que nada sirve más allá del tiempo que uno viva (así es, bonita, no hay más) y ahora toca esto (este). Y para colmo comienzo a leerlo (el libro) y me gusta, me entusiasma su forma de contar, es un jodido genio, narra con mala leche, hilarante (cualidad que para ti siempre ha sido necesaria, que no gracioso, nadie que se crea en exceso a sí mismo, mucho menos a los demás, faltaría), vigía con vista y visión de un tiempo que es el suyo. Y para colmo una de sus novelas acusada de obscenidad y (por tanto) rechazada para el Pulitzer. Que permanece en el anonimato, que estudió ingeniería (a mí me excitan los ingenieros, mucho) y Literatura.
¿Escribir sin fastos? ¿rechazar componendas y dedicarse (sin más) al oficio de escritor? ¿ser artesano y no mercader (nada de hombre orquesta)?

Y me pregunto por qué precisamente él es el autor de “ahora” si representa la antítesis de los literatos (jovenzuelos y no tanto) actuales. Y me pregunto (no puedo evitarme preguntarme) (ya) (siempre así) porque precisamente me gusta a mí, si la literatura actual (la de ellos, no la de él) me reconcome tanto.



Y llego a la conclusión de que no tengo remedio y que precisamente por eso vivo a las orillas del Tajo y no en New York, Tokio, (etc...) y hasta es posible que sea porque me empeño en no confundir las vitrinas pero debe ser el reflejo y allá cada cual con el suyo (pongamos por caso).

14 comentarios:

TORO SALVAJE dijo...

Porque no estudié ingeniería.
PORQUÉ???
PORQUEEEEEÉ????

Aunque quizás aún estoy a tiempo.

:)

Besos.

Colombine dijo...

Alguna preferencia (industrial, informático , de caminos canales y puertos , aeronáutico.......)???

Por favor , contesta pronto . El lunes finaliza el plazo de matrícula (me han dicho).

Carmela dijo...

Me extrañaría, jajaja, que te ajustaras a lo esperado, paseando por esa rivera del Tajo. Creo que sería fácil distinguirte mirando los collares de perlas.

No lo conozco (a Tomas Pynchon), pero suena bien.
Y creo que te van a contratar en la Escuela de Ingenieros!!
Un beso Lady Marga

Darío dijo...

Mis comentarios desaparecen. Es el colmo. Nada sé de ese Pynchon, pero me seduce. Nada sé de ese Tajo, y también me seduce...

Licantropunk dijo...

Pues a la orilla del Tajo pocos pingüinos se ven, je, je. A orillas del Tajo está Lisboa, una de mis ciudades favoritas, tan literaria. O Toledo, otra maravilla (ciudad de chepudos: tanta cuesta).
Y lo mismo Thomas Pynchon es noticia mañana, ¿no? Serías Rappel.
Saludos.

Magnolio dijo...

No sé, todo el mundo se ha quedado con la ingeniería cuando a mí lo que me han llamado (la atención) son los paréntesis. Será porque los pones tan requebién (emocionante la definición de las palabras abrazadas) y a mí me gustan (intentarlos) tanto, o más, que lo de fuera de ellos. Además, ya sé que no se trata, sólo, de ingeniería (lo tuyo), sino (además) de varios kilos de sens and sensibility (en inglis queda menos cursi)y que tu ciudad pudiera estar a orillas de cualquier río (entonces con jardines menos preciosos) y ¿qué más dará lo provinciano de sus gentes si con una palanca mueves el mundo y tú (al menos), ahí, vas a tener dos?

De Pynchon no tengo ni idea (no me dan de sí los ojos) pero (sin peloteo, eh?) me encanta como le cuentas.

Marga dijo...

Toro, pero... no lo eras ya??
Ays, que decepción... (jajajaja).
Pues ná, ya te estás poniendo que el saber no ocupa lugar...
Un besote! (peazo bobo, jeje)

Colombine, pues al precio que están las matrículas no te arriendo las ganancias... jajajaja.
Vaya par de seductores que estais hechos...
Besos por caminos.

Carmela, los miro fijamente pero sin perder la educación, aunque ganas me dan de liarme a tirones con ellos por ver si fueran falsos... me dan unos repentes gamberros que tengo que controlar, ays, lástima!! jeje.
Un beso, preciosa.

Joven Cuervo, y eso? aunque no me extraña, blogger va como los tiempos... hecho una pena! jeje

Será más fácil que visites a Pynchon que el Tajo, no? y no creas, desde la política de trasvases de este país, el río Tajo ha perdido mucho, pobre.
Abrazo va.

Licantropunk, no sé yo, es cuestión de mirar fijamente y más de uno ves!! jeje

Y fíjate que Lisboa no la conozco, un error imperdonable, pero Toledo sí, sería un crimen estar tan cerca y no conocerlo, un ciudad preciosa, artísticamente hablando, claro... (en lo social da algo de miedo con su tradición castrense).

Pero lo mío, ahora, son las orillas de Aranjuez... (otra tradición algo nefasta, esta vez Real Sitio, ahí es ná... si es que me gusta la marcha... jajaja).

Besos augures!

Magnolio, sí, es una definición genial, verdad? si es que los señores del XVII también tenían su aquel, es una pena que ellos no estén de moda... jajaja.

Y ya me conoces, es lo que tiene la queja, que es muy literaria, pero me encanta el lugar y como bien dices... están mis palancas allí, algunas de ellas, quién precisa de más??
Por eso todo lo dicho es entre paréntesis... jeje.
Besos sin puntuación, tal cual, magnolio muá!

El peletero dijo...

Una amiga mía tiene una hermana que dice que no sabría vivir en un lugar desprovisto de belleza. Así fue durante muchos años, limpiaba los bajos de las barcas en Formentera y todas sus posesiones cabían en una maleta pequeña (50x30x20).

Formentera te la recorres en un día y sería un lugar perfecto para naufragar, pero en verano se llena de turistas, la mayoría italianos, que hace tiempo perdieron (algunos), (casi todos) el don de la mesura y la elegancia. En invierno, en cambio, reina la paz y el silencio, y oscurece pronto aunque el día siga durando lo mismo (24 horas), (parece un contrasentido, pero no lo es).

La ciudad, como afirma Kavafis en su famoso poema, nunca nos abandona, da igual que vivamos a las orillas del Tajo o en la Quinta Avenida de N.Y., nos persigue desde el día en que nacimos y a ella vamos pegados como si no existiera el divorcio. Tanto da también que imitemos o no a los demás, siempre somos nosotros mismos incluso en la elección de nuestro modelo, la falta de personalidad es, sin duda, una manera genuina de ser, que puede incluso llevarte a la Presidencia de un Gobierno como el español (y otros), (otros gobiernos, quiero decir).

Algunos (Pingeon), en cambio, son avaros de su imagen y de sí mismos, y poco les importará mandar, obedecer, ganar un Pulitzer o recibir el Nóbel, o eso dirán que les importa (nada), (que dirán que no les importa nada, no que nada dirán sobre lo mucho que les importa, quiero decir).

En cualquier caso yo no me fiaría demasiado porque todo, como ya sabemos, es una cuestión de vanidad y se puede ser rey de Babilonia o de la ínsula Barataria y en ambos casos (al morir) subir al cielo o descender a los infiernos.

Los vestidos no hacen noble al que no lo es, escribir tampoco y mucho menos el paisaje (aunque sea bello), (el vestido, quiero decir)

Saludos.

(¿Por qué le excitan los ingenieros?, dicho sea entre paréntesis)

Marga dijo...

Peletero, yo fiarme me fio poco, como usted bien dice todo es vanidad, incluso la que aquí suscribe con sus escritos. La vanidad nos empuja a ser distintos o ser iguales, a renunciar o a declamar... en último caso no deja de ser un motor, irreal como tantos otros, que nos aleja de la conciencia de la muerte.
La vanidad por excelencia sería la idea de perpetuidad como sustituto de la inmortalidad... ingenuos mortales somos (y temerosos).

Pero aquello de " y por el camino yo me entretengo" nos lleva por otros derroteros (cotidianos, innecesarios pero vitales) en los que cada cual elige las sendas (de los otros) que más casan con las propias (o las que gustarían de ser propias. Ya quisiéramos a veces). Y uno ya no juzga vanidades (el mar de fondo que permanece siempre) y se fija en las imposturas y está más de acuerdo con unas que con otras. Ciudades, ropajes, personas... y hasta animales, todo susceptible de elección. Y quien nos persigue somos nosotros mismos a cuestas con nuestros juicios. ¿Qué rebeldía no es, en el fondo, estética?

Saludos fatuos! (en realidad no tanto)

(Podría ofrecerle la respuesta vanidosa y estética: hablarle de Juan Benet o del poder de seducción que ejerce la Ciencia sobre una mujer de letras como yo. O la fascinación que me provocan los puentes desde que era bien pequeña. Pero, como sucede casi siempre, la respuesta es mucho más prosaica y de andar por casa, era sólo un guiño coqueto hacia el señor que aguanta cada uno de mis días y mis desvarios. Pobre, se merece esto y más... jeje)

Tomás Serrano dijo...

No te conozco de vista, pero quien te conozca, si te tomas un Kit-Kat por cada paréntesis, va a dejar de hacerlo...

Pedro M. Martínez dijo...

La donna e mobile cual piuma al vento, etc, y esto traduce google
La mujer y el móvil
¿Qué pluma en el viento,
cambios de énfasis
y el pensamiento
Aún amable
rostro hermoso,
en lágrimas o la risa.
Quizás google no sepa traducir, confieso que yo tampoco, confieso que soy inocente, que no sé qué no hice, que quizás también el hombre e mobile cual piuma al vento pero es que ahora hace tanto viento que apenas se escucha nada, se han caído los postes del telégrafo y la afasia me muerde todos los lóbulos y parte del trigémino, por eso ya no me río y apenas entiendo qué delito cometí si nace el pez que no respira, etc. Pues eso, desde un norte bien plantado y con la brújula atada la palo mayor te digo que me alegro.

Pedro M. Martínez dijo...

al

El peletero dijo...

Gracias por la aclaración, apreciada Marga, me alegro por su compañero y, por la parte que les toca (en el buen sentido de la expresión), a todos los demás ingenieros.

Mi compañera no es ingeniera, pero sí peluquera, que es una variante muy interesante y creativa de ingeniería y arte capilar. Ser “El marido de la peluquera” tiene su qué, se lo puedo asegurar.

Saludos.

Marga dijo...

Tomás, menos mal que no es así... jeje

Pedro, mi pedro enigmático, dudaba de quién fuera (existen otros pedros en mi vida pero no suelen pasearse por aquí) y te encuentro repleto de telégrafos y lóbulos, me gustan mucho, ambos, y yo también me alegro. Y no sé de delitos, ni de su naturaleza pero me alegra verte por acá, de verdad de la buena. Tanto como me alegraba verte por allá... en tu casa o en la mía? y no sé si se seguirá utilizando esa fórmula, estoy tan desfasada ya... ays.
Y besos desde el norte que es el sur, al menos este. Tanto lío tuve, tengo, con eso de las coordenadas... pero nos vemos, espero.

Peletero, procure pues que no se acerque demasiado a la orilla de los ríos... usted baila?
Yo una vez tuve un novio, nada serio, de verdad, que era deshollinador, y no vea como me ponía los suelos... ahora prefiero que levanten puentes a mi paso, aunque estén repletos de bits, cosas de la vida, o de la edad... curioso esto de los oficios, si se piensa detenidamente, verdad?