martes, 18 de octubre de 2011

Animaladas existen

¿Y si escribir es, en el libro, hacerse legible para todos e indescifrable para sí mismo?
Maurice Blanchot





Decido dejar de agotarme y me dispongo a escribir. Porque es agotador elegir de entre todas mis cosas cuáles van y cuáles se quedan. Un juego, el paréntesis de nuevo, porque las casas, y las cosas, no se abandonan, no al menos de momento. Y hay fotografías que traspasan la piel, recelosas de un pasado, y cuadernos de notas que arrastran al suelo (ardilla-sentada, jau) releyendo pensamientos de difícil ubicación, escritos por mí, puede ser, pero cuándo y por qué. Y recuerdo, justo ahora, a Wagensberg "A más cómo menos por qué", y entiendo que sí, que lo importante fue el cómo:


Octubre de 2009:


(...) No soy capaz de escribir (...). Pero yo hablaba de la animalada que supone la muerte. Las otras dos animaladas que nos corresponden como humanos que ya quisieran renegar de su biología: el parto y el sexo, vértices del mismo triángulo que nos emparenta con el resto de especies. Triángulo tan poco equilátero, por cierto. Y cuando el vértice de la muerte toca de cerca, precisamente ese, sólo deseas el cobijo de los ojos, esos mismos que ahora parecerían, de mirarte en un espejo, de tener ganas, los de un conejo espantado y deslumbrado. Nadie sabe de la propia muerte pero basta conocer la de los propios. Se acaban las historias, como si el tío Ceferino, del que contaba Juan Rulfo que se las narraba para luego él escribirlas, hubiera acallado sus palabras por siempre y ya no nos permitiera escribir jamás..."

Ese era el cómo, la incapacidad de escribir que daría para todo un libro. Así era, así fue durante un tiempo que pareció demasiado. Y no fue tanto, nunca lo es una vez transcurrido. Nadie puede medir el tiempo, si no es de forma lineal, y eso sería inadecuado en un mundo, una vida, donde nada pareciera suceder cabalmente.

Pero yo sigo rodeada de cachivaches, de elecciones que a veces duelen y otras reparan. Y entre unas y otras transcurre la tarde ¿a qué carta quedarse? Y me inclino por quedarme fuera del desamparo. Aunque mis fantasmas, esta tarde, hayan decidido visitarme y me sonrían desde esas fotografías -tan ajena la vida en ellos ahora- y juego a imaginarlos dándome el empujón, tocando mi culo -como acostumbrábamos entre nosotros- con el ánimo puesto en el día a día y un "¿por qué no? ¿quién sabe? hay que vivirlo, nena, y luego ya veremos, ya juzgaremos". Que eso siempre se nos dio bien, cuestión de genes.

Y aquí estoy, daría más de lo que tengo por saber cómo. O no, no lo daría, ahora no. Ellos no están y yo sí, tal vez todo se reduzca a un hecho tan sencillo y perentorio.




Y mi casa patas arriba y mi ánimo lleno de vida. Tan contradictorio, tan natural en él.






13 comentarios:

TORO SALVAJE dijo...

Y que tal fuera del desamparo?

Es todo felicidad o una mentira de plástico y azúcar caducado?

Mejor no te digo nada más.

Besos.

Darío dijo...

Por dios, tus divagues son incorregibles pero maravillosos. Han terminado por marearme, pero he vuelto una y otra vez a esa idea del triángulo tan poco equilátero, que trata, en el fondo, de la figura que subraya nuestro desamparo. Un abrazo, idolaaaaaaaaaaaaaaaaa!

Marga dijo...

Toro, fuera de él, al menos de ese desamparo en concreto (hay otros, claro, siempre los hay) pues queda el mirarse en el espejo y no verte como un conejo aterrado y dolorido. Es muchoooo más de lo que ese octubre de 2009 hubiera podido imaginar.
Y olvídate, corazón, la felicidad es un mimo sin rostro ni expresión... imagina qué desastre de mimo y qué grandiosa pantomima vacía!! jajaja. O que habías creído, que de pronto me había convertido? jeje
Besotes!!

Joven Cuervo, sí señor, esa figura es quien marca nuestro desamparo... ves como no te mareaste tanto? jajaja.
Abrazos volteados y haciendo el pino de ser preciso.

El peletero dijo...

No me diga que está usted de mudanzas y que entre los cachivaches encuentra fotografías de aquellos que acaba de enterrar hace dos días, dos días. No me lo diga.

No me diga tampoco que no puede escribir porque se está siempre escribiendo aunque no se llenen papeles, limítese a mirar sin quejarse y entristézcase, o alégrese sin sonreír demasiado, recuerde todo lo que pueda, también a la vanidad y sus trampas.

No tomar decisiones es ya toda una decisión, así que, como decimos en catalán: “no s’amoïni”.

Saludos.

Carmela dijo...

Tienes toda la razón en que nunca es tanto el tiempo transcurrido, Marga, y que esa forma lineal en que lo medimos es solo una burda manera de intentar atraparlo.
Es encantador reencontarse con cuadernos, palabras, fotos y recuerdos, y yo nunca los dejaría, siempre irían conmigo.
Beeeesos!!

Marga dijo...

Peletero, pues no se lo digo, más bien yo escribo y ustedes leen. Las interpretaciones y lo sugerido para cada cual de esos extremos siempre es cosa propia, no? Ahí reside la gracia del ejercicio. No sé qué escritor era aquel que rezaba por tener lectores adecuados. Yo no aspiro a tanto, me basta con divagar y alejar las legañas. Y descargar o disfrutar en el proceso a ser posible.

Pero, ahora sí, ahora le digo que sigo de mudanza, que ese es otro ejercicio distinto, que desajusta, ufff, y así me hallo. Y que señor mío, la vanidad y sus trampas poco pueden contra la muerte y su noqueo. Si existe algún hecho que las desmonta es ese. Y pobre del que ni siquiera con ese… aunque de todo hay en esta feria, ya.

Y no tomar decisiones puede ser una decisión en sí misma, ajá, sólo que no termina de convencerme. Una indefinición que consiste -no digo en todos los casos pero sí en la mayor parte o al menos eso me dice mi experiencia- en echar sobre los demás o sobre las circunstancias las consecuencias de la elección que uno debería haber tomado. Y no me gusta mucho esa actitud, para qué le voy a engañar… soy un poco bruta yo conmigo misma.

Saludos “sin balones fuera”.

Carmela, pues con el tiempo cada vez me convenzo más de que muchos de los objetos que nos acompañan deberían quedarse atrás. Que son lastres, sobre todo físicos pero no solo, que deberíamos ir despejando...
Y palabrita! no me estoy haciendo budista... jajaja.
Un besote, encanto.

Licantropunk dijo...

¿Tienes fotografías que te dicen caaaarpe diiiiem...? Vaaaya. Esa película la vi hace un montón de años, se titulaba... Pues también era de tomar decisiones.
Saludos.

Angel dijo...

Te conocí por Xavi (Toro)
Me gusta mucho lo que escribes y cómo lo escribes.
Con tu permiso lo asomo a mi ventana.
Mil besos desde el Sur

silvia zappia dijo...

el triángulo del desamparo

yo también me rodeo de cachivaches y elecciones...hay otra manera de vivir?

y un saludo a tus fantasmas, de parte de los míos.

besos*

Marga dijo...

Licantropunk, para que veas... una que tiene estilo hasta en sus fotos, jeje.
Un rollo eso de tomar decisiones, ya te digo!
Saludos!

Angel, gracias por pasarte por aquí. Aunque se me hace raro eso de verme en otra cueva...
Un saludo.

Rayuela, pues lo mismo la hay pero vaya usted a saber... yo no la encuentro, como tú.
Besos uhhhhhhh (tus fantasmas y los míos a coro, jaja)

Tomás Serrano dijo...

¡Qué bien has elegido la frase que encabeza!

Tomás Serrano dijo...

... Dicho todo en el buen sentido...

Marga dijo...

Tomás, por supuesto, te entendí! jajaja. Besos animalados