lunes, 24 de enero de 2011

Con el alma en los zancajos

O como tener el alma en los pies. Igual pero más poético.

O la usura de estos tiempos. También viene a ser lo mismo.

Recuerdo que Camus, hablando de la Francia de la ocupación nazi, aseguraba «... ahora en Francia la vida es un infierno para el espíritu... Es imposible la vida, huele a cobardía en todos los rincones». Y no, dios me libre de comparar situaciones, momentos históricos, no soy tan tremendista y desprecio a los agoreros catastrofistas que tanto rédito obtienen del miedo. Pero sí que algo de esa cobardía se olfatea en el aire, las crísis y la supervivencia van unidas, y tras de ella me dice la nariz que suele llegar el egoísmo, la codicia, el sálvese quien pueda, maricón el último…




Y me viene a la memoria también Darwin, la utilización de sus ideas, que lleva a la contradicción de que aquellos que reniegan de su enseñanza en las escuelas con la intención de sumergirnos en la Edad Media del pensamiento, suelen ser los mismos que proclaman el darwinismo social, esa cosa tan fea donde sólo el más fuerte sobrevive en el marco de una lucha de clases soterrada. Y los pobres, los de verdad, esos ignorantes sucios que paren por docenas, sin consideración alguna para el resto de nosotros. Son pobres porque se lo merecen, porque no hacen nada por sí mismos, por no luchar en contra de su situación, si total, querer es poder y si no prosperan es porque no ponen el empeño debido.

Y sin embargo no me asustan esas ideas, la exageración, el radicalismo, suele regularse por sí mismo o eso prefiero pensar. Pero me asustan sus consecuencias, la estela de pensamiento mediocre que dejan a su paso, cuando esas ideas calan en las clases medias sin apenas darnos cuenta, los seres bienpensantes que nunca expresan ideas extremas -no sería correcto ser tan explícito y más de uno les miraría mal- pero que adoptan como suyo el mensaje populachero y simplista. Pancistas, diría mi padre, el peor defecto del ser humano, me enseñaba. Otra época, nada que ver con ésta, pobre hombre, pasmado se quedaría.

Y así llega la justificación para poner en entredicho el pago de impuestos y evitar el reparto de la riqueza o para la xenofobia, para mirar hacia otro lado cuando de nuestros congéneres y sus desdichas se trata, para convertirnos en animalitos que lamen sus heridas y temores, incapaces de mirar la realidad ajena, sin la más mínima empatía, refugiados en consignas amorales e individualistas. Y todo ello sin mover un pelo, con la naturalidad que provoca el sentirse amparado por un ambiente de cuerda floja y tantos otro que piensan igual. Aunque pensar no es la palabra, pensar exige un esfuerzo de trascender la simplicidad y no es éste el caso.

Tal vez solo sea la incapacidad del ser humano para convertirse en algo más que en un animalito asustado y voraz.



A veces lo pienso, en días como hoy, sí, con el alma en los zancajos.


16 comentarios:

Darío dijo...

Que maravilloso. Tu ironía sobre los pobres me puso la piel de gallina. Se ve que la discriminación va por todo el mundo y sin zapatos. Al menos, un buen grupete social en mi país, lo practica sin escrúpulos.
Un abrazo.

TORO SALVAJE dijo...

Eso es lo que hay Marga y eso es lo que se nos viene encima.
Miseria moral desde el vértice de la pirámide hasta la base entera.
También hay que tener en cuenta que somos egoístas, falsos, hipócritas y muchas lindezas más.
Nuestra especie ha conquistado la tierra básicamente por la maldad congénita que nos habita, y no quiero entrar a discutir lo de si el hombre es un lobo para el hombre.
Es tan obvio que lo es que no quiero perder el tiempo.

Pero lo pero no es que lo sean los ricos, los afortunados, no, nada de eso, lo peor es que también alguien que esté en el paro y pasando necesidades puede ser un cabrón y una mala persona. El hecho de ser pobre o rico no cambia la naturaleza de cada uno.

Sabes qué?, que cada vez entiendo mejor lo de DESCANSE EN PAZ cuando alguien se muere, porque ciertamente debe ser un descanso abandonar toda esta basura de civilización.

Besos.

EG dijo...

De acuerdo con tus pensamientos de hoy Marga, y muy acertados los comentarios de mi coterráneo Curiyú y el de Toro.
Tristemente lamentable, pero cierto todo.
Un abrazo.

ah!no subo nada mas de Elena Medel ;)

Carmela dijo...

Como dice Emma, cierto todo.
Quizás una de las cosas que más me apenan es la creciente falta de empatía que está creciendo de forma vertiginosa, tal y como comentas. Cada uno a lo suyo, a procurarse satisfacer sus necesidades y sin mirar al vecino para no tener que plantearse nada más.

Un beso Marga.

Estefanía González dijo...

Te he encontrado.
Yo también ando con el alma en los zancajos, un poco apocalíptica incluso. Todo el mundo está tan serio en estos días. El humor y la ternura, ¿dónde anda? El miedo los mata. ¡Aire, aire!

Marga dijo...

Curiyú, la discriminación aquí es sencilla de llevar a cabo, bastan un montón de idioteces repetidas... con lo que ni siquiera requiere de falta de escrúpulos, que ya sería algo, de verdad, al menos un límite: en las democracias occidentales se mantienen los escrúpulos y la discriminación a partes iguales... algo curioso y francamente extraño pero real.... no te parece?
Saludos!

Toro, ya, aunque yo intento tener algo más de confianza en el ser humano, de verdad lo intento. Pero como suelo decir, la maldad me asusta mucho menos que la estupidez humana... la maldad es tan clara y nítida, fácil de señalar y luchar, si quieres, contra ella... el problema es lo segundo, contra eso es imposible luchar, siquiera desenmascarar en algunos casos. La estupidez, la ignorancia, se encuentra tan agusto consigo misma, tan encantada de haberse conocido... satisfecha, ays.
Y sí, es una basura de civilización pero la única que tenemos, no queda otra que ajo y agua.
Besotes!

Emmagunts!! ni se te ocurra, sube lo que te plazca!!! no me ves? soy una pitufa gruñona, siempre en contra de aquello que no me gusta o no entiendo.... tú ni caso, no me hagas caso! jajaja.
Un beso, preciosa.

Carmela, es asi de triste... y en mi caso reconozco que me provoca la misma pena que rabia...
Besos.

Abril Mayo!, qué bien que me encontraste!
Y sí, el miedo es de las peores sensaciones, nos vuelve feos, malos y grises... a que sí?
Aireeeeeeeeee, eso es, jajaja.
Que no puedan con nuestra risa y nuestras ganas de compartir, proclamamos!

Tomás Serrano dijo...

Pues sí. Y como ejemplo, ahí tenemos lo que pasa con ese nuevo acuerdo o reacuerdo sobre la Ley Sinde. Y mientras, telediarios llenos de noticias sobre concursos de tapas en bares de Valladolid (por decir un sitio)...

Licantropunk dijo...

Creo que eso de sálvese el que pueda es tan antiguo como el mundo. Que eso de cualquier tiempo pasado fue mejor... que se lo pregunten a mi abuelo.
Saludos y palante!
Crisis? What crisis?

Marga dijo...

Tomás, claro, hay que hablar de tapas, si es que en realidad no hay ningún problema, si es que somos una panda de insatisfechos... jeje.

Licantropunk, ajá, estamos de acuerdo, la vida de mi padre no fue mucho mejor y sus tiempos sí que fueron duros (los de mi abuelo no quiero ni pensar). Pero aún así alucinaría, por la esperanza que tuvo puesta, a eso me refería. Y que fue un tipo que me caía bien y merecía salir por aquí... jajaja.

Va, palante, qué jodío, no queda otra! jeje

Antígona dijo...

Leyéndote, niña Marga, recordé una imagen que leí estos días y que me heló casi literalmente la sangre en las venas. Dice Houellebecq a Bernard Henry Lévy en “Enemigos públicos”: “Soy de esos a quienes obsesiona la idea de que nunca estamos lejos del salvajismo original, de que la civilización no es más que un barniz. Para eso ni siquiera hace falta haberse encontrado en una situación de guerra civil. (…) Basta con haber estado en medio de un gentío en el momento en que el acceso a las salidas de emergencia se vuelve problemático. La facilidad con que se golpea y se pisotea”.

La salida de emergencia, la supervivencia en juego, el otro como obstáculo para esa supervivencia. No sé si en esa situación, como dice Houellebecq, se hará patente ese presunto salvajismo original o cualquier otra cosa. La cuestión requeriría más reflexión y debate. Pero lo que sí me parece obvio es que en ella nos convertimos en ese animalito asustado que, por salvar su propio pellejo, golpearía y pisotearía a cualquiera que se interpusiera en su camino. Sálvese quien pueda, maricón el último. Elevados, en ese contexto dramático, a la máxima potencia.

Aquí tenemos además un dicho que quiere justificar esa actitud: “La caridad bien entendida empieza por uno mismo”. Y en tiempos de crisis, ¿qué caridad, real o mental, quedará para el otro? Ninguna. La caridad –y mira que ese concepto me repatea, pero podemos aquí entenderlo sencillamente en el sentido de esa empatía que mencionas- me temo que empezará y acabará con uno mismo. Como si los estados de emergencia legitimaran todo egoísmo y toda tropelía cometida con el otro porque sí, porque yo debo mirar por mí y por los míos, porque bastante tenemos ya con eso, porque cada cual que se las apañe como pueda.

No me extraña que el alma se te ponga en los zancajos. Por esto y por la mediocridad a la que sabiamente apuntas. Al simplismo. A la falta de reflexión y pensamiento. Se piensa mal cuando se cree nadar en la emergencia, desde el miedo que suscita esa creencia. O no se piensa en absoluto. O se piensa demasiado pero igual de mal por demagógicamente cuando se utiliza ese clima de emergencia, no necesariamente sufrido en carne propia, para hacer valer como único pensamiento posible lo que sigue siendo más que discutible y rechazable y era discutido y rechazado en tiempos más bondadosos.

En fin, me temo que vamos a tener que acostumbrarnos a ese discurso mediocre y falaz. Y a acorazarnos con mil escudos frente a él, si no queremos ser víctimas osmóticas de esa misma mediocridad. Dios o el diablo nos libren!

Besos acorazados!

xnem dijo...

Loa animales asustados suelen ser peligrosos.
Pero si, primero nos dejan cuerda, nos pensamos que todo es de color de rosa, nos ponen en una cuerda la zanahoria, -democracia, televisores en color, olimpiadas. forums, pisos alto standing (¿?), viajes económicos, yates y pastillas de colorines- y nosotros vamos tirando del carro alegremente, sin rechistar. Luego aprietan duro y la soga se tensa.
Ayer vi una pintada en mi barrio que decía.
“Venden nuestras almas y lo llaman crisis”.

Marga dijo...

Antígona, había leído la reseña al libro que mencionas y he estado a punto de comprarlo pero me da miedo, Houellebecq sí que me pone el alma en los zancajos!!! jajaja, seguro que me entiendes... aunque en su caso sea por certero y puñetero pero consigue removerme como nadie (creo que ya te lo comenté alguna vez). Tal vez me anime... te ha gustado? o ejerce más que nunca de enfant terrible? ese es un defecto suyo que a veces me puede y en éste libro, al escribir a la contra puede ser la pera... no sé. Cuéntame.

Y sí, estoy contigo, es necesario acorazarse cada vez más, en ocasiones es tan difícil no sentirse invadida por ese tipo de mensajes y no verse uno a sí mismo como un bicho raro por no entenderlo e intentar luchar contra su simplicidad y uniformidad... en mí generan impotencia, Antígona. Principalmente ese sentimiento. Se ve que sigo siendo emocionalmente inmadura, jajaja.
Ahora mismo me voy a por una coraza, leñe!
Besos guerreros!

Xnem, esa pintada va tal cual... y sí, ya se podían meter la soga por... ejem, eso! jajaja.
Qué razón tienes, amigo.

Magnolio dijo...

A lo mejor a ese pancismo, que diría tu padre, le viene muy bien un grito: ¡¡¡“INDIGNEZ-VOUS”!!!

Ese grito que, en forma de libro-panfleto, ha lanzado a sus 93 años, Stéphane Hesse, superviviente del campo de concentración de Buchenwald, comandante de la Legión de Honor, secretario de aquella comisión que en 1948 redactó la Declaración de los derechos del hombre. Un anciano que, después de de acusar al estado de Israel de genocidio y crímenes contra la humanidad, a su propio país por condescendencia y cobardía, ha lanzado sus mayores críticas contra el estado de bienestar de unos pocos, contra el reparto de riqueza cada vez más desigual y la “presión creciente sobre los salarios en beneficio de los dividendos de los consejos de administración”.

Porque “NUNCA - nos grita con un cabreo que eleva, no sé si el alma, pero si el ánimo – DIRECTIVOS DE BANCO SE HAN IDO AL RETIRO CON PENSIONES TAN ASTRONÓMICAS COMO AHORA Y LOS POLÍTICOS LEJOS DE REBELARSE Y RESISTIR LA TIRANÍA DEL DINERO BAILAN AL SON QUE EJECUTAN SUS DUEÑOS”

Marga, este hombre bueno, estoico y valiente - que, dicen sus cronistas, lee poesía de Hölderlin, Rilke y Rimbaud – aún mantiene su fe en el ser humano y nos arenga desde su humilde librito (best seller en Francia, sin traducción aún en España) a practicar la facultad de indignarnos y su consecuencia más inmediata: el compromiso individual. Allá cada cual con la responsabilidad de ejercerlo y la altura donde coloquemos nuestras almas.

Besos.

Marga dijo...

Leí un artículo sobre ese libro y sua autor y se lo comenté a J.: quiero ese libro, pero ya... jajaja. Pero como dices no está traducido y me tocará esperar, no creo que tarden mucho en hacerlo, allí ha sido un superventas y aquí existe mucha editorial tiburón con ganas...

Y me apetecía porque pensé que alguien de su edad, que ha vivido toda la porquería y tristeza que le tocó vivir en su tiempo, que en la entrevista que leí de él me pareció un señor con coraje y con poco que perder ya y sí mucho que contar... pues que alguien así merecía ser escuchado.

Y sí, como bien dices, Magnolio muá, el compromiso individual debe seguir... no sólo por hay quien sigue gritándolo sino porque nos lo debemos a nosotros mismos.

Aupa esas almas!! jajaja, eso es!

Antígona dijo...

El libro me está encantando, niña Marga, ya estoy casi terminándolo y hasta ahora me ha hecho disfrutar de lo lindo. Y no, no le tengas prevención, que éste no es de los que hacen pupa. Bueno, quizá en algún momento muy puntual, como en la cita que te puse el otro día, pero en cualquier caso la crudeza de lo que en ocasiones expone Houellebecq se ve compensada por su ironía y por lo maravillosamente que escriben tanto él como Lévy, por lo cultísimos que son y la elegancia de sus recíprocos ataques, por el modo en que esa “enemistad” parece acabar convirtiéndose en su contrario, por la pública confesión que ambos emprenden, con un notable grado de honestidad y desnudez, de aspectos de su profesión o de sus vidas que no pueden dejar de conmover a cualquier lector y de generar una sensación de cercanía y calidez… En fin, que ya ves que no tengo más que elogios para el libro y eso que al empezarlo pensé que, con su planteamiento, era bien difícil que el debate entre estos dos personajes fuera capaz de mantener la atención de los lectores. Pues mira, no sabes lo bien que lo consiguen, al menos en mi caso.

Y por cierto, que también supone una denuncia a la mediocridad, desde diversos frentes.

Más besos!

xnem dijo...

ah! y no me gusta TORONTO, prefiero PARÍS.