jueves, 4 de noviembre de 2010

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Las mujeres son seres de pies fríos, me dijo una vez. Debe ser por eso que no me importa dejarlos de sentir a medida que el agua llega a ellos y va cubriendo la cocina. Las toallas esparcidas por el suelo no parecen cumplir su cometido y a mí no se me ocurre nada mejor que permanecer aquí sentada, enfrente de la lavadora, con las ropas ya empapadas y sin dejar de llorar. Lloro por nada en concreto, será por imitarla, por lanzar agua, por sentir como me vacío y así, a lo mejor, desaguamos a la par.

Si me viera mi madre -siempre pienso en ella en las crisis domésticas, qué tontería- me diría “anda quita de ahí, estafermo, que no sirves para nada, hasta un poco de agua te supera”. Y así estoy, parece que me esté viendo, tirada de cualquier forma sobre el suelo y contemplando el agua que no deja de salir. Al final va a tener razón. Lástima que no pueda comprobarlo. Aunque también decía que yo era como los salmones, siempre a contracorriente, y de verme ahora se daría cuenta de que no, que no soy más que un vulgar boquerón cansado. No le importaría, salvo por lo de verse confundida, nunca le gustó que no le dieran la razón. Tal vez porque la vida parecía empeñada en quitársela. Como a todos, le dije una vez.

Se está bien aquí, si no fuera por el frío, pero desde que resbalé al suelo noto como el agua ha logrado sacar la bola de serrín de mi boca, la misma con la que me levanto cada día, hace meses. Laura dice que desde el momento que él se fue pero no es cierto, siempre fue una metomentodo pero sin enterarse de nada. La bola llevaba allí mucho antes, sólo que fue creciendo, secándome el paladar cada vez que intentaba decir palabra. Pero es que no salían, como tampoco la risa -ríes como los pájaros, decía él- y pensé que sería por eso. Porque no es fácil ver cómo se van las personas, sin querer irse, sin ruido por no molestar, porque a él no le gustaban los ruidos, ni las palabras innecesarias, sólo mis risas. Y yo reía como una tonta a cada momento y en cada risa crecía la bola.

Pero eso Laura no puede comprenderlo, nadie se le ha ido ni tiene risa de pájaro. Y hasta es posible que tanta agua acabe con ella. Con la bola, no con Laura, claro.



Norte, trajín constante. Fue tan sencillo como pensarse piedra y caer hecha un torbellino en el agua, quién lo hubiera dicho. Ya sin temor al amor, a la terca obstinación de la ignorancia. La fábula redonda de la infancia donde a veces parecía que pudiera borrarse el mundo.

Y todo sucede sin pérdida de tiempo a pesar de que la piedra, alguna vez creyéndose vida, endureció los días.


La imagen es de Macarena Moreno, un proyecto conjunto que algún día llevaremos a cabo, cuando regrese la calma. Sus imágenes, mis palabras… bisagras enlazando nuestras miradas. Gracias, amiga.

http://www.flickr.com/photos/arsartis

11 comentarios:

EG dijo...

"Porque no es fácil ver cómo se van las personas, sin querer irse, sin ruido por no molestar, porque a él no le gustaban los ruidos, ni las palabras innecesarias, sólo mis risas. Y yo reía como una tonta a cada momento y en cada risa crecía la bola." DURÍSIMO

TORO SALVAJE dijo...

Como me gusta leerte escritora tacaña.

Disfruto y vuelvo al principio.
Te leo y releo.
Además es gratis...

Besos.

Marga dijo...

Emmagunst, ajá, si lo es, verdad?

Toro, no es tacañeria, es volver a coger pista... jeje. Mis deditos desentrenados, ays.
Besos van, de gratis pero de lujo, eim?

Carmela dijo...

"Por sentir como me vacío". ¿Cuántas veces una situación cualquiera que nos ocurra, nos permite estallar y sacar el dolor interno que llevamos?.
Nos vamos tragando los sentimientos y cuanto más lo hacemos, más grande se hace la bola. A veces llorar no soluciona el problema, pero si sirve para aliviarnos.
Encantada de leerte Marga
Un beso

Antígona dijo...

¡Qué genial el cuento! Tú sigue entrenando, que vas por buen camino ;)

Coincido con lo que dice Carmela: a veces un pequeño contratiempo, un accidente doméstico nos desborda y en ese desbordarse comprobamos que no es el contratiempo lo que nos duele, lo que nos hunde, sino un dolor antiguo que nos hemos esforzado en contener, en no querer ver, y que aprovecha la ocasión para manifestarse y "desaguarse" con toda su contundencia.

Como en aquella escena de "Cosas que nunca te dije" en la que la protagonista se echa a llorar desconsoladamente en el supermercado porque no tienen el helado que le gusta. Y es que su llanto nada tiene que ver con el helado, sino con toda la tristeza y la decepción acumuladas.

Me ha gustado también el modo en que cuentas cómo la protagonista asume finalmente la liberación de una relación que en nada podía satisfacerla y en la que lo mejor que podía haberle pasado es lo que justamente lo que le ha sucedido: que él la dejara.

Porque mira que a veces cuesta darse cuenta de estas cosas cuando uno se aferra simplemente al dolor de la ausencia y la pérdida.

Ojalá la bola se disuelva del todo y vuelvan a aflorar las palabras a su boca.

Besos entre palabras innecesarias!

Licantropunk dijo...

Fantásticos: el relato y el dibujo. Estafermo: en mi vida lo había oído. Prometo utilizarlo.
Saludos.

Marga dijo...

Carmela, llorar siempre es sano, tanto como reir, cuando toque lo que toque... jeje. El alivio es lo importante.
Saludos.

Antígona, sí, recuerdo esa escena de la peli y me pareció muy real... yo sé de una que se puso a llorar en la sección de duchas del Leroy Merlin y sí, era pura tristeza, no que el dependiente llevara un verde horroroso o que no hubiera duchas con termostato, jajaja. En fin, nuestros mecanismos, cuando están desbordados, nos juegan malas pasadas (o buenas, según como se mire, es necesario romper la presa de contención a veces).

De todas formas el cuento hablaba de alguien que se va, la interpretación de quién se va o cómo lo hace es cosa vuestra... podría ser también alguien que ya no tiene la posibilidad de volver. Pero para eso sirven los relatos, no? para estar vivos y que cada cual lea en ellos lo que guste. Pero sí, aferrarse al dolor es lo que tiene: nos deja mudos.
Besos de palabras retornadas!!

Licantropunk, gracias. La imagen es bien chula, verdad? sé de tu gusto por las ilustraciones asi que se lo diré a mi amiga...
Y lo de estafermo era un término que mi madre y mi abuela utilizaban siempre que alguien estorbaba o actuaba con torpeza, como ido. Siempre me hizo mucha gracia... lástima que ya no se utilice asi que sí, vamos a volver a usarlo! jajaja

DaliaNegra dijo...

Y no,no es fácil ver como se van...
Leerte es grato aún cuando nos hagas revivir algunas avenidas de dolor.
Besos,lagartija***

Magnolio dijo...

Me gusta mucho esa manera tan tuya de trascender los límites de lo doméstico, de lo particular a lo público, de una a tantas mujeres confundiendo, mezclando aguas desparramadas.

Precioso el dibujo (he visto más, pero pocos dibujos, con lo bien que dibuja, en el link de Macarena).

Y esas palabras que decía tu madre perdón, la de la protagonista, una pena que se pierdan tantos redichos de quienes tanto nos querían decir.

Marga dijo...

Dalia, de vez en cuando hay que revivirlas, forman parte del resto, no? y de qué manera, ya tú sabes...
Besotes!

Magnolio muá!! ummm que gustirrinín... jajajaja.Las nujeres tendemos a confundirnos unas con otras, sí, y eso es lo mejor de serlo. Tampoco es que desee confundirme con todas, no todas me gustan, diosmelibre!, pero con algunas... con algunas sí! jeje.

miquel zueras dijo...

Me ha gustado mucho el relato y la ilustración (soy ilustrador y me gusta escribir) Espero que tengas mucha suerte en tu proyecto. Borgo.