viernes, 25 de abril de 2014

Madam Bovary, vacas y otros útiles de mirar

No sabría decirte, no sé si es este tiempo o que todo sucede en este tiempo. Ya, ya sé, no te rías de mí, de mis chorlitas conclusiones, sabes que poseo una cabeza a pájaros y hay días en los que podría asegurar que noto como uno nuevo anida en ella, se hace hueco y pluma. Lo sé porque  de repente pica el pelo  y al rascarme cosquillean los dedos. - ¿Un carbonero o un vencejo? -Qué más dará, todos son pájaros, ¿no?, te digo. Sólo por hacerte de rabiar y enfurruñar tus maneras.

Sea como sea no encontramos ni una mariposa, ni una sola libélula muerta, todas revoloteando locas,  y los caminos se ensanchan por el agua y las torrenteras que llegan al primaverar. El deshielo, me dices, las ansías por brotar, te digo. Estamos de acuerdo, ya. Y los tobillos me duelen por mantener el equilibrio al pisar las piedras, mi legendaria torpeza se crece si los pasos son irregulares, y las jaras por fin son visibles este año y nos acompañan al investigar los atajos. Dan ganas de esconderse y que nos busquen. A ver si son capaces, que intenten seguirnos cuando el despiste lleva instalado con nosotros ya unos días y no parece que sea posible darle esquinazo: ahora abandonamos un móvil, al momento ya son dos, éste último en el arroyo rescatado al borde de la asfixia, pobre; ahora, otra vez,  chubasqueros de menos y llueve, mansamente, pero llueve o el frío y en mangas cortas, como cantaban los Elegantes. No te quejes -intento quitar importancia a este vagar por la vida como si estuviéramos drogados y resultará que no, que sólo se trata de nuestra naturaleza a la par- al menos esta vez no nos hemos dejado extraviar por las señales y el coche parece más sincronizado que nosotros. Alguien, algo, debía mantener la cabeza en su sitio. O al menos un cárter o una bujía, yo qué sé, me dices. Y sí. 


Y antes de atardecer, en el pequeño prado donde los pies descalzos se tuestan al sol,  tú persiguiendo bichos cámara al hombro y yo leyendo a La Bovary y sus pendoneos. Al levantar la vista una vaca muge al descubrirte entre los matorrales y yo me veo de repente  rodeada de ellas. Y no sé si es sofisticación, la mía como tú aseguras, o simple pitorreo ecológico, pero esta armonía vacuna hace que me atragante con la risa, porque es una risa vernos tan vaca y tan campo, todo aquí en su origen y los dos envarados y fuera de lugar, con esa falta de confianza que sólo puede provocar el descubrir que se es ajeno al protocolo y a las costumbres de los lugareños. En inferioridad de condiciones.




Quiero irme otra vez, a pesar de vacas y otros seres amenazantes. O sus habitat por desvelar. Se me ocurre contaros.


miércoles, 23 de abril de 2014

De algunas depravaciones confesables y legales, su día


¡Feliz Día del Libro!


                                                                                                                                (Creación de Terry Border)

Y aprovecho para recomendar las letras de la última premio Cervantes, Elena Poniatowska. Una digna y fantástica escritora y si sólo cuatro mujeres han conseguido el premio - aunque los premios no signifiquen mucho en esos tiempos en los que prima el Mercado (bonita mía, ¿quién es ese del que todos hablan?) sobre la amancebada Literatura- en 38 años... por algo será, ¿no? (pues por muchas otras razones, querida, y todas pelín bastardas pero hoy mejor no manosear úlceras que estamos de fiesta).

Al lío, ¡a leer! (eso, eso)




lunes, 21 de abril de 2014

In memoriam

El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo”.

En 1982 el mundo – mi mundo- comenzaba a ser un enemigo difuso o la intuición de lo que más tarde sería un frenesí de vidas y actuaciones erráticas por mi parte. Hacía mucho tiempo que había descubierto la lectura como refugio de todo, como neurosis defensiva quizás, como el mayor reporte de placer al que no podía resistirme y del que nunca huiría. Pero aún los autores no eran nadie ni ocupaban espacio destacado en mis estanterías.
Esa mañana mi hermana me regaló en la Casa del Libro -Espasa Calpe y punto, sin mayores poses publicitarias en aquel entonces- un par de libros de un señor de aspecto serio que acababa de ganar un Nobel y que aparecía por todos los carteles del establecimiento. Esa misma mañana, mi hermana y él me hicieron descubrir el dedo que señalaba a la belleza y al arte uniéndolos a mi más preciado vicio. Y el mundo –mi mundo- además de ser reciente pudo llenarse de fábulas y vocablos como selvas, pájaros liras imitando sus voces. Un idioma que no era el mío, tan parecido y no, severo, rugoso, desgastado, el de acá y allá, allá indómito y feroz, revelación.

Hace unos días sus palabras dejaron de lado a la cándida Erendira y se fueron con su abuela desalmada. Más celestinas que putas, como ella.


Y que la tierra y todos los hielos le sean propicios, señor García Márquez.

jueves, 10 de abril de 2014

No siempre Plutarco tendría razón, vamos, digo yo

Y qué hacer cuando lo único que realmente apetece es huir, huir de veras y sin medias tintas, dejando -o no- rastro y dejando -o no- un océano de por medio. El caso es huir, me digo, y con las poses que caracterizan a esta especie nuestra de seres a la deriva, perdidos ya antes de embarcar, con la impostura que nos acompaña cada mañana al contarnos la mentira de ni un día más, esa farsa, digo, me empuja a huir pero no te lo crees ni tú, una voladura controlada, como quien sale a por tabaco dando una vuelta por el barrio sin ir más allá de la panadería de la esquina y para qué.
Y entonces todo son excusas y ya no es una huida, apenas unos días para escapar de estas fechas que ensalzan el martirio y el dolor -qué poco empeño en la vida hay que tener, se me ocurre, con lo cara que se vende la alegría-.  Pero yo, dueña de un alma de saldo que exige celebrar la carne y sus deseos a la menor ocasión, intentaré deleitarme con ellos sin necesidad de ir demasiado lejos. Caprichos hay y toca permitírmelos.

Por último, yo os recomendaría esquivar a las imágenes en paseo tan típicas de estas fechas pero como dicen que son libres manifestaciones del acervo cultural o no sé qué marrullería por el estilo pues cada cual hará lo que le apetezca y bien está. 


Ea, viva el regocijo y que se os dé bien estos días.




Navegar es necesario. Vivir no es necesario.
Plutarco