miércoles, 29 de mayo de 2013

El canto de una esquina asociada

El ánimo esquinado no es más que constatar que el ser humano nunca decepciona cuando se trata de demostrar que siempre acaba por decepcionar. No sé quién cantaba, tomados de uno en uno, vaya y aún, podría ser posible. Sólo a mí se me ocurre, conociéndote, ya, me dijeron y me dicen, y ahora también me digo. Será que a ratos me desconozco o disfruto al buscarme las vueltas del darme la razón desde el hecho y no desde la idea preconcebida.

Otra constatación, si huiste de las mitificaciones incluso en la adolescencia, edad proclive a error tan común y ni así: nunca conjugues tu tiempo y tus ganas con aquellos que dicen amar por encima de todo cualquier algo, dará igual, lo mismo si se tratara de cosa, animal o persona. Una pasión desbordada no puede por más que volverte idiota a la manera del fanatismo, la inutilidad y banalidad de una idea fija dando vueltas, desocupada y trepadora por la mente.

Desconfía de los que (dicen) amar en exceso. Sin más. Entusiasmo y amor no son equiparables, me digo por consolar. O no, no sólo consuelo, me convence como idea.

En cualquier caso me sirve para volver a Juarroz. Y aquí se queda...

Así como no podemos
sostener mucho tiempo una mirada,
tampoco podemos sostener mucho tiempo la alegría,
la espiral del amor,
la gratuidad del pensamiento,
la tierra en suspensión del cántico.

No podemos ni siquiera sostener mucho tiempo
las proporciones del silencio
cuando algo lo visita.
Y menos todavía
cuando nada lo visita.

El hombre no puede sostener mucho tiempo al hombre,
ni tampoco a lo que no es el hombre.

Y sin embargo puede
soportar el peso inexorable
de lo que no existe.


Roberto Juarroz.